domingo, 25 de noviembre de 2012

Trabajo Final


El comienzo de la Guerra Fría

La conferencia de Potsdam, celebrada entre julio y agosto de 1945 en esta ciudad alemana próxima a Berlín, formalizó la transición entre la antigua alianza contra el Eje y el enfrentamiento Este/Oeste propio de la guerra Fría. Mucho habían cambiado las cosas desde la ultima reunión de los tres grandes en Yalta en el mes de febrero.

La vuelta a la confrontación entre capitalismo y comunismo característica del período de entreguerras era cuestión de poco tiempo, sino es que se había producido ya.

Descripción: ile:Besatzungszonen ohne text.gifA diferencia de lo ocurrido en Yalta- acuerdos sobre la desnazificación, sobre las futuras fronteras europeas, sobre la división de Alemania y sobre la creación de la ONU, entre otros-, Potsdam terminó sin resoluciones concretas en la mayoría de los temas, probablemente porque la fase de consenso entre los tres grandes había terminado para siempre y porque las bases para el nuevo orden mundial habían quedado ya fijadas desde la cumbre anterior.

Estas conferencias  habían fijado un primer reparto de zonas de influencia en  tres bandos: Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Soviética. La distribución de Europa Central y oriental resolvió problemas entre Inglaterra y los soviéticos en los Balcanes; dejó las manos libres a la Unión Soviética en Polonia, Yugoslavia, Hungría y Checoslovaquia, pero Alemania y Austria se convirtieron en zonas de conflicto entre los occidentalistas y la Unión Soviética.




En Asia y Oriente Medio el papel de gendarme de los intereses occidentales sería asumido cada vez más por los Estados Unidos, sustituyendo al decadente imperio inglés.
Enfrentamiento frontal entre los bloques (1947-1959).

El enfrentamiento global de estos bloques, el occidental y el oriental, tiene su raíz en el conflicto ideológico entre la doctrina liberal-capitalista y el ideario comunista, que son a su vez expresión de dos sistemas sociales antagónicos: el capitalismo, en su última fase monopolista (imperialista) y el socialismo soviético.

Sin embargo, el desarrollo de esta lucha ha tendido a ocultar este antagonismo socioeconómico e ideológico, sustituido cada vez más por la lucha de dos estrategias orientadas  a un mismo fin: la dominación hegemónica de una u otra potencia mundial sobre la mayor parte del mundo.

Truman, presidente de los Estados Unidos de 1945 a 1952, formuló un plan en 1947 con la llamada “Doctrina Truman”, en el que se defiende el derecho y el deber de su país a intervenir militarmente y expandirse económicamente para ayudar a los estados amenazados por el avance comunista.

Stalin, por su parte, sostenía que la lucha por la paz se identificaba con la lucha de los pueblos contra el imperialismo y el capitalismo, y que el elemento fundamental de esta lucha era precisamente la consolidación y fortalecimiento del bloque socialista y su centro principal: la Unión Soviética.

El enfrentamiento entre ambos bloques tuvo lugar de manera muy aguda hasta 1959, y más atemperado en lo sucesivo especialmente en los puntos débiles que habrían dejado los acuerdos de Yalta, Potsdam y de la Conferencia de París (1946). En sus tratados de 1947 pretende solucionar la mayoría de los problemas logrados por la guerra mundial, pero se darán algunas crisis en el entorno.


Los Estados Unidos de América

Convirtieron la Europa Occidental castigada por la guerra, hundida económicamente y sin mayor fuerza militar, en una plataforma excelente para asegurar su expansión económica y militar. Con el plan Marshall reconstruirían Europa, sin duda, pero también una Europa que a partir de ahora les quedaría sometida.

Sobre estas bases seguras, el bloque político, económico y militar occidental encabezado por los Estados Unidos, se da su forma jurídica institucionalizada en la OTAN  (Organización del Tratado del Atlántico Norte), claramente dirigida contra una amenaza comunista interior o exterior.

Este bloque actuará conjuntamente en la labor de asegurar la hegemonía en Asia frente  al peligro de que la independencia se traduzca en regímenes comunistas aliados  a la Unión Soviética. Así surgirá la SEATO (en el sudeste asiático), integrada por Inglaterra, Francia, Estados Unidos y otros países subordinados, como Pakistán, Tailandia y Filipinas, a raíz de la guerra de Indochina contra Francia. También el CENTO en Oriente Medio, formado por Inglaterra con Turquía, Irán, Irak y Pakistán(en 1955).

Los Estados Unidos también intentan hacer sólida su hegemonía a través de la competencia económica, su ayuda a otros países mediante relaciones que crean dependencia económica en ellos, alianzas políticas y militares, acciones diplomáticas en organismos internacionales, “guerra secreta”, acción ideológica, propaganda, además de la guerra


La Unión Soviética

Los gobiernos provisionales con participación comunista establecidos en Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria y Yugoslavia, a través de un complejo proceso de elecciones y semigolpes de estado, dados por los partidos comunistas, apoyados por sectores del ejército, se convierten en gobiernos de clara mayoría comunista, que establecen regímenes llamados “democracias populares”, inspirados en el soviético y en estrecha alianza con la Unión Soviética.

Como respuesta a la creación de la OTAN, se establece el Pacto de Varsovia en 1955, formado por Albania, Checoslovaquia, Bulgaria, Polonia, Rumania, Hungría y la Unión Soviética.

A partir de la muerte de Stalin en 1953, Kruschev lleva acabo la desestalinización, la cuál se hizo de manera rápida y eficaz en los cuadros del partido y del ejército. Se incrementa la liberalización económica y se inicia una política exterior más flexible y con más iniciativas diplomáticas, llevada en muchas ocasiones de un modo directo por Kruschev. El lema de esta política fue la coexistencia pacífica.

Las luchas internas en los partidos comunistas se trasladan a los países del bloque socialista, y provocan la desestabilización del sistema político en aquellos países en que la construcción del socialismo traía mas descontentos.

Por su parte Yugoslavia, bajo la dirección del mariscal Tito, había puesto un modelo de desarrollo particular, mezclando elementos socialistas con otros nacionalistas, lo que le llevó a la ruptura con Moscú y al abandono práctico del bloque soviético en 1948.

En la política interior soviética la nueva etapa trajo consigo un tímido giro en las directrices económicas a favor de la producción de bienes de consumo, tal vez por la necesidad que las nuevas autoridades tenían de legitimarse ante la población  con medidas populares. Eran tiempo en que la economía soviética avanzaba a velocidad crucero (8.3% crecimiento anual) y se podía permitir, por tanto,  ciertas concesiones, que en última instancia revertían en una mejora  del nivel de vida. Mientras tanto en política exterior, el pos estalinismo se tradujo en un sinfín de iniciativas y gestos en todos los frentes. Entre los mas llamativos se encuentra el viaje de Kruschev  a Yugoslavia en mayo de 1955, interpretado como el comienzo de una reconciliación entre la URSS y la Yugoslavia de Tito.

Todo ello se producía ante el desconcierto de los gobiernos occidentales, que ignoraban las verdaderas intenciones de los nuevos gobernantes soviéticos y la profundidad de los cambios que se estaban produciendo en la URSS. El desconcierto estaba alimentado asimismo por un panorama internacional que evolucionaba de manera contradictoria.



La caída del Muro de Berlín

La división del territorio alemán en cuatro zonas de ocupación militar y administración política por parte de EUA, Francia, Inglaterra y la Unión Soviética será una fuente de conflicto durante mas de diez años. Los aliados occidentales, por un lado, y la Unión Soviética, por otro, intentan configurar una Alemania renovada lo más identificada con sus concepciones políticas y lo más próxima ideológicamente.

En 1948 los aliados occidentales decidieron unificar políticamente sus zonas de ocupación, autorizar su transformación en estado soberano en un proceso constituyente que ellos controlarían y apoyar económicamente a la nueva República alemana así surgida. Estados Unidos, por su parte, incluía a estos territorios en el plan Marshall de reconstrucción económica, según los parámetros capitalistas.

En 1949 el Consejo Parlamentario representativo de las zonas de control aliado, reunido en Bonn, constituiría la República Federal Alemana.

Por su parte, en la zona soviética se van nacionalizando las industrias y minas fundamentales, y se convoca al Congreso del Pueblo Alemán, dominado por el nuevo Partido Socialista Unificado Alemán, a nuevas elecciones y a nuevo Congreso, que ratifican la constitución de la nueva República Democrática Alemana (1949).

Todos los intentos de conseguir un proyecto unitario de recuperación de la soberanía y constituyente de un nuevo régimen democrático aceptable para todos fracasaron rotundamente.

La Unión Soviética impone en su zona el bloqueo de Berlín (ocupado por las cuatro potencias, a pesar de encontrarse en la zona soviética), salvado por el puente aéreo norteamericano.

 En 1950 los aliados garantizan la integridad territorial y la soberanía de la República Federal y de Berlín, autorizando su rearme y la constitución de su propio ejército. Reconocen en el gobierno de Bonn  al representante de toda Alemania.

En 1954 fracasa la Conferencia de Berlín, de la que se pretendía obtener un plan de reunificación aceptado por todos, y en 1955 tampoco se consigue algo en la Conferencia de Ginebra. Entretanto, la República Federal entraba en la OTAN  con su propio ejército en 1954, mientras que la República Democrática se unía en 1956 al Pacto de Varsovia. La adscripción de ambas Alemanias a cada uno de los bloques era un hecho consumado.

Kruschev, nuevo gobernante soviético a raíz de la muerte de Stalin, imprimirá un estilo más dinámico y agresivo a su política exterior. En noviembre de 1958 lanza un ultimátum sobre Berlín, pidiendo que se convierta en ciudad libre desmilitarizada, al mismo tiempo que pide una conferencia de reunificación de los tres estados alemanes(RFA, RDA y Berlín), pero tiene que ceder. La crisis se prolonga a lo largo de 1959 y 1960, pese al nuevo estilo de coexistencia pacífica de las relaciones soviético-norteamericanas con conferencias en la cumbre en París (1960) y Viena (1961), culminando en agosto de 1961 con la construcción del célebre muro de Berlín.

La República Democrática Alemana continuó con su desarrollo bajo la dirección del estado, el cual controlaba la economía, las condiciones de trabajo de los obreros y en general de todo el país. Las relaciones con la Unión Soviética se afianzaban a través de la adhesión a tratados como el de la Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua firmado en 1975. La imagen en el extranjero crecía. Alemania Oriental era capaz de obtener éxitos considerables en las contiendas deportivas; el régimen funcionaba bajo el adoctrinamiento al ejército y la población; se evitaba el contacto con extranjeros, enemigos clave del sistema.

El escenario cambiaría en la década de los ochenta. La muerte del líder soviético Leonid Breshnev inició el distanciamiento con la potencia hegemónica del bloque socialista; las necesidades financieras, comerciales y tecnológicas para soportar el desarrollo interno aumentaban y se dificultaba el abastecimiento de bienes de consumo. Aunque la Perestroika despertaba esperanzas en las nuevas generaciones, los problemas económicos y sociales se evidenciaban por medio de protestas, mismas que eran reprimidas. En 1989 la situación se agravó cuando las marchas y la represión se agudizaron y provocaron que cientos de alemanes orientales trataran de refugiarse en Alemania Occidental. El 22 de diciembre de 1989, por la puerta de Brandeburgo se abre el muro de Berlín y el parlamento de la República Democrática Alemana reforma la constitución eliminando aquello que determinaba al sistema socialista. Se plantea la reunificación de las Alemanias.

Por iniciativa de Helmut Kohl, Presidente de la República Federal de Alemana, en 1990 se comienza a organizar la unificación. En ese mismo año entra en vigor la unidad monetaria, la antigua RDA se transforma en Estado Federal y se convocan a elecciones. Helmut Kohl, candidato del Partido Demócrata Cristiano, resulta vencedor, se logra, también, la unidad política.

La unificación plantea problemas económicos y sociales que se agrandan debido a la inmigración de europeos orientales, por el aumento del desempleo y el nacimiento de un movimiento neonazi; sin embargo, bajo el compromiso con el parlamento europeo de que Alemania no constituirá ningún peligro para Europa, continúa el proceso de integración.

Yugoslavia

Tras la liberación del dominio alemán en 1945, se creó en los Balcanes una república confederada con un gobierno comunista encabezado por el mariscal Josip Broz Tito y sustentado en la Constitución de 1946. En ella participan diferentes regiones –Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Macedonia, Montenegro, Serbia y las regiones de Vojvodina y Kosovo- pero lo complejo de las relaciones étnico-religiosas no permitió la consolidación real de un estado-nación. Tal situación fue plenamente reconocida por Tito con estas palabras “un país con dos alfabetos, tres lenguas, cuatro religiones y cinco nacionalidades que conviven en seis repúblicas y que están rodeadas de siete naciones”.

 A diferencia de otras naciones de Europa Oriental, Yugoslavia mantuvo una política de relativa independencia con respecto de la Unión Soviética. La mano dura con la que Tito gobernó se justificó por la necesidad de cohabitación de los diversos grupos étnicos y religiosos.

Pese a la unión, las diferencias entre las regiones no terminaron. Desde 1971 era probable una guerra civil entre serbios y croatas. El centro de poder financiero se encontraba en Belgrado, con lo que los serbios trataban de establecer una hegemonía política que tradicionalmente habían sustentado.

En la nueva constitución de 1974 se encontró la solución a la intentona serbia. Tito sería presidente vitalicio y a su muerte desaparecería ese cargo para establecer una presidencia colectiva formada por un representante de cada una de las regiones. De este comité, de ocho miembros, se elegiría cada año un presidente. Se pensaba reducir así la tensión entre las diferentes naciones yugoslavas dándoles una representación paritaria.

Con la celebración del Congreso del Partido Comunista Yugoslavo en 1974 se brindó un fuerte apoyo al viejo mariscal (tal vez como un acto deliberado que era parte de la campaña para la reunificación), se estableció una de mayor disciplina y la centralización en el partido y en el gobierno yugoslavo.

Tras la muerte de Tito, en 1980, el poder se ejerció en forma colegiada pero las diferencias étnicas y sociales entre las seis repúblicas pusieron a prueba la solidez de la unión. Entre 1981 y 1985 se gestó una fuerte tensión política en la provincia de Kosovo, pues la población albanesa-musulmana no quería ser parte de Yugoslavia, dominada por una pequeña casta que monopolizaba el poder en las instituciones estatales, el ejército y la administración de las industrias y que organizaba su control a través de la Liga Comunista Yugoslava.

Entre 1986 y 1989 la situación interna empeoró. Los problemas continuaron en la provincia de Kosovo al revocársele su autonomía. Croacia y Eslovenia eligieron gobiernos de tendencia separatista, mientras que en Serbia las fuerzas nacionalistas elegían como Presidente a Slobodan Milosevic, dirigente del Partido Socialista, que adoptaría una política interna centralista e iniciaría posteriormente una agresión constante en especial hacia Croacia, (con la que había establecido una lucha tradicional por la hegemonía de la zona) y Bosnia.

En 1990, a raíz de la caída de los regímenes socialistas de Europa Oriental, se generalizaron los temores de una guerra civil cuyas causas estructurales se sumaban a la crisis económica expresada por el desempleo, la inflación y la gran cantidad de huelgas. El aparato estatal se fragmentaba y las diferentes facciones de la casta gobernante buscaban acomodarse en el sistema capitalista mundial pero ahora como una nueva clase propietaria de los medios de producción unida a intereses ingleses, alemanes, norteamericanos y franceses. Los nuevos aspirantes políticos se arroparon en diferentes banderas nacionales y étnicas para obtener el poder y controlar  la mayoría del territorio y los recursos. La fuerza mas consistente era la del viejo estado federal yugoslavo expresada por Serbia, que buscó la alianza con los viejos comunistas de otros enclaves. Un año mas tarde, y ante el fracaso de las alianzas, Belgrado inició los combates contra Croacia y Bosnia-Herzegovina con la intención de incorporarlas a su región. En Kosovo fuerzas leales al estado incitaron a la guerra abierta contra los albaneses y a la expulsión de los opositores al régimen. Macedonia declara su independencia y finalmente Borisav Jovic, Presidente Federal de Yugoslavia renuncia al cargo.

La lucha se tornó cada vez mas violenta. Después de seis meses de guerra se hablaba de seis mil muertos en Croacia y para fines de 1992 de un verdadero genocidio qué provocó la huida de más de tres millones de croatas y serbios. La paz europea estaba en peligro. A pesar de los reiterativos intentos de la ONU y las naciones europeas, el fin del conflicto no se vislumbraba. Los planes de paz como el Vance-Owen, firmado en 1992, fracasaron por la complejidad de los enclaves étnico-religiosos que existían a lo largo del territorio. Sin embargo, bajo la iniciativa de William Clinton, el 21 de noviembre de 1995 serbios, croatas y musulmanes bosnios, representados por sus respectivos dirigentes, se vuelven a reunir para firmar una serie de acuerdos en Dayton Ohio, Estados Unidos. A través de ellos se decide:

·      Dividir el territorio en partes iguales (49% para los serbios y 51 % para la coalición croata-musulmana).
·      Abrir un corredor terrestre que una el enclave musulmán-bosnio en el este con el resto de la federación croata-musulmana.
·      La instauración de Posavina como corredor serbio-bosnio que unirá el noreste de los territorios bajo control serbio-bosnio del este y oeste de Bosnia.
·      Levantamiento paulatino de sanciones contra Serbia y Montenegro y del embargo de armas para todos los integrantes de la ex federación yugoslava.
La paz, sin embargo, no está totalmente garantizada. No se ha dicho la ultima palabra en la zona de los Balcanes.

Nuevo Orden Mundial

Aunque desde la década de los setenta se consideraba deteriorado el orden iniciado a raíz de la Segunda Guerra Mundial, no fue sino hasta la caída del Muro de Berlín, símbolo del derrumbe del bloque socialista, que el equilibrio político entre las dos superpotencias se agotó. El colapso de la Unión Soviética puso fin a la confrontación bipolar y marcó el inicio de una nueva etapa en las relaciones internacionales caracterizada por la supremacía de los Estados Unidos en el escenario mundial.

Bajo la presidencia de George Bush, Estados Unidos se erige líder y garante del nuevo orden mundial, cuyo antecedente directo sería la guerra del golfo Pérsico y su cristalización la etapa posterior que de ella se derivó. Esto significa el compromiso de la gran potencia de construir y hacer respetar las normas legales de las relaciones internacionales, la defensa de la democracia y la autodeterminación de los pueblos, partiendo del respeto que hay que mostrar necesariamente hacia las resoluciones que se tomen en el seno de la ONU.

Como líderes de esta nueva política, y ante la posibilidad de que Saddam Hussein alcanzara y controlar el poder energético a nivel mundial, era determinante defender el orden petrolero. La derrota de Irak consolidó a Israel como única potencia militar en la zona petrolera. La hegemonía en Medio Oriente estaba definida.

El Nuevo Orden Mundial persigue la formación de un modelo político, económico y social, en el que la paz, y no la fuerza militar, sea el instrumento para estabilizar los conflictos del mundo en el que Estados Unidos solo compite económicamente contra Japón y la Comunidad Europea.

A partir de tal premisa Estados   Unidos inicia la búsqueda de un compromiso entre árabes e israelíes para lograr el equilibrio en la región más rica en petróleo. La experiencia israelí-palestina se convierte en el ejemplo de cómo la política norteamericana planea controlar la situación en todos los posibles frentes conflictivos del orbe.

Cabe señalar que la política del Nuevo Orden Mundial muestra una actitud selectiva, que se refleja claramente cuando se aplica en el Tercer Mundo. Para el Medio Oriente, y antes de la crisis del Golfo, las políticas establecidas son de persuasión y algunas de acercamiento, para América Latina son de dominio, para Asia son de mediación y flexibilidad, mientras que para África muestran desinterés debido a los graves problemas sociales y económicos que vive ese continente.

William J. Clinton llegó a la Presidencia estadounidense en 1992. Su programa mantiene e impulsa la tendencia marcada por su antecesor, tanto a nivel global como regional. Sin embargo, los resultados han sido poco positivos, ya que la autodeterminación de los pueblos, el desarrollo democrático y económico, y la defensa ecológica, entre los puntos de más interés, no muestran una alentadora evolución.

miércoles, 17 de octubre de 2012

La década de 1960


8. La década de 1960

1.- La era de Kennedy,  1961-1963

La elección de John F. Kennedy en 1960 significó un giro radical en la historia de la posguerra americana. En tanto que su contrincante republicano, el vicepresidente Richard M. Nixon, insistía en las realizaciones pasadas de la administración Eisenhower, Kennedy miraba al futuro y hacía hincapié en la necesidad de renovación. Aunque su llamamiento en favor de vigorosas reformas internas no fuese acogido calurosamente por el Congreso, Kennedy inició su programa de la New Frontier, que sería completado y ampliado por su sucesor, Lyndon Baines Johnson(1963-1969). Su reafirmación del compromiso americano en el sudeste asiático, asumido y aumentado  después por Johnson, llevó posteriormente a la derrota militar y a los conflictos internos y a la actual división de la población americana.

El nuevo estilo de trabajo del ejecutivo se puso inmediatamente de manifiesto con la formación del gabinete. En tanto que la administración Eisenhower tendía a representar exclusivamente los intereses de los empresarios, la administración Kennedy suponía un equilibrio entre los distintos intereses políticos, regionales y económicos. En sus maneras y en sus métodos Kennedy se asemejaba mucho Franklin Delano Roosevelt y, como éste, muy pronto se ganó los corazones de los americanos, y en particular de los jóvenes.

Sin un mandato popular para realizar la reforma, Kennedy tuvo que enfrentarse también en el Congreso con una coalición reforzada de demócratas conservadores y republicanos que bloquearon la mayor parte de su programa legislativo. Sus mayores éxitos los alcanzó desarrollando los proyectos ya aprobado por el congreso y no introduciendo otros nuevos.

El principal problema que tenia planteado América en 1961 era la recesión económica, que en febrero de aquél año alcanzó su punto culminante. El índice de desempleo era superior al 8%, con una cifra de parados de mas de 5 millones, de los que una parte importante llevaban largo tiempo en aquella situación de inactividad como consecuencias de la mecanización y automación de la industria.

En un primer momento, Kennedy recurrió a los métodos convencionales para lograr la recuperación económica. Inmediatamente después de su mensaje al Congreso sobre la situación económica, en febrero de 1961, fueron aumentadas las prestaciones de la seguridad social y el salario mínimo subió de un dólar a 1.25 dólares la hora. Mas de 4 millones de trabajadores se sumaron a los 23 millones que se beneficiaban ya de las disposiciones relativas al salario mínimo.

Las medidas Keynesianas adoptadas por Kennedy tuvieron un éxito relativo y hasta 1965, tras 4 años de auge interrumpido, el producto nacional bruto americano creció a un ritmo del 3.6% anual. Pero a pesar de la evidente expansión económica, el nivel de paro seguía siendo alto y los precios no dejaban de subir. Subsistían, además, importantes sectores de la población sumidos en la pobreza.

El temor a tropezar asimismo con la oposición del legislativo, obligó a Kennedy a enfocar el tema de los derechos civiles con especial cuidado. Durante su campaña electoral, se había comprometido a tomar una serie de medidas a favor de los negros, pero una vez en el poder tendió a confiar mas en los tribunales que en la legislación, a apoyarse mas en el ejemplo del ejecutivo que en la acción del congreso.

Como tantos otros, el proyecto de ley sobre derechos civiles quedó estancado en el congreso hasta después de la muerte del presidente. El asesinato de Kennedy en Dallas puso fina  una etapa de esperanza y expectativas y sumió a la nación en duelo. Como reacción frente a estos horribles acontecimientos, los contemporáneos de Kennedy tendieron a  hacer su panegírico pasando por alto el hecho de que sus realizaciones fueron mas bien escasas.  La difícil tarea de traducir sus promesas en realidades y de confrontar las esperanzas con las reformas recayó sobre su vicepresidente, Lyndon Johnson.


2.- La guerra contra la pobreza y la Gran Sociedad

Lyndon Johnson se hallaba extraordinariamente bien preparado para asumir la tarea que le había sido legada por Kennedy. Su innegable destreza unida al impacto emocional producido por la muerte de Kennedy hizo posible que un solo año fuesen aprobadas mas leyes por el Congreso que en los 3 en que Kennedy estuvo al frente del ejecutivo. Su elección no sólo le proporcionó un aplastante mandato popular sino que se tradujo en una amplia mayoría demócrata en el Senado y en la Cámara de Representantes, y en la quiebra, siquiera fuese temporal, de la coalición de los demócratas conservadores y los republicanos.

Otra de las grandes preocupaciones de la administración Johnson fue la salud y la educación. A lo largo de sus 5 años de presidencia, fueron aprobadas 70 leyes sobre educación y 40 relativas a cuestiones sanitarias. Los gastos federales en educación pasaron de 2’300 mdd a 10’800 mdd, y los de naturaleza sanitaria, de 4’100 mdd a 13’900 mdd.

En el terreno educativo, el objetivo prioritario de la reforma fue la ayuda a los pobres y la igualdad de oportunidades educativas. La ley de enseñanza superior, aprobada el mismo año facilitaba becas federales a los estudiantes necesitados y concedía asimismo ayudas adicionales para la construcción de aulas y bibliotecas en los colegios e instituciones docentes mas pequeños.  Se había logrado finalmente la intervención federal en la sanidad y en la educación, en gran medida gracias a la iniciativa de Johnson.

La administración Johnson asumió asimismo un papel directo y decisivo en la ayuda a los afroamericanos. Johnson consiguió que el Congreso aprobara en 1964 el proyecto de ley de derechos civiles de Kennedy. Además de garantizar a los negros protección para el ejercicio del derecho  de voto y de prever las medidas necesarias para terminar con la segregación racial en las escuelas, prohibía la discriminación en todos los lugares y establecimientos públicos; por otra parte,  tanto los sindicatos como los empresarios, fueron  requeridos para que pusieran fin a sus prácticas discriminatorias y se tomaran las disposiciones necesarias para cortar los fondos federales donde subsistiera la discriminación.

En otros terrenos, la reforma se había estancado en 1967. Como consecuencia de las elecciones para el Congreso de 1966, había reaparecido la coalición conservadora de demócratas del Sur y republicanos del medio Oeste, opuesta a toda nueva legislación en materia de bienestar social, al tiempo que el congreso comenzaba a reafirmar su autoridad frente a la del Presidente.

Por otra parte, aún cuando la administración Johnson hizo muchas cosas dignas de alabanzas, la multiplicidad de sus medidas era frente de problemas y despilfarro; en muchas ocasiones, la ley no tenía nada de censurable, salvo que llegaba con 20 años de retraso. Pero la principal razón del fracaso de la Great Society fue que esta hubo de ser sacrificada en aras de costosa guerra en el Sudeste Asiático. A la postre, la guerra de Vietnam no solo paralizó las reformas sino que también puso fin al papel dirigente del partido Demócrata, sumiendo al país en una profunda división.

3.- Vietnam: el fracaso de la política exterior y sus consecuencias.

La participación de los Estados Unidos en la guerra de Vietnam fue en muchos aspectos el resultado inevitable de la política exterior americana tras la segunda guerra mundial. Al contemplar la política internacional exclusivamente en términos de una lucha entre el comunismo y la democracia, los estrategas americanos no solo pasaban por alto la existencia de diferencias culturales y étnicas, sino que consideraban a todas las sociedades como una sociedad americana en embrión.

El intento del gobierno soviético de estacionar misiles en Cuba dio lugar a una grave crisis en 1962. Sólo el tacto de Kennedy logró evitar una confrontación violenta entre las 2 superpotencias, y tan pronto como persuadió a los rusos para que retiraran sus proyectiles de la isla se esforzó por mejorar las relaciones con la potencia comunista. El tratado de supresión de pruebas nucleares contribuyó también a reducir las tensiones de la guerra fría. Simultáneamente Kennedy aumentó los gastos militares y en el Sudeste Asiático, rechazó la postura neutralista inclinándose por la intervención militar. Kennedy decidió enviar las primeras tropas combatientes americanas a Vietnam del Sur a fin de que respaldaran el régimen decrépito de Diem. Aún cuando confiase en una solución política del conflicto, afectaba totalmente la teoría del dominio y la política de contención.

El apoyo al régimen anticomunista de Vietnam del Sur originó la escalada del compromiso americano en la guerra. En 1964, Johnson consiguió la aprobación por el Congreso de una resolución que le concedía poderes prácticamente ilimitados. Los ataques aéreos contra Vietnam del Norte se iniciaron en 1965, y 3 años mas tarde el tonelaje total de bombas allí arrojados superaba el lanzado por todas las fuerzas aéreas aliada en la Segunda Guerra Mundial.

Cuanto mas se prolongaba la guerra, mas profundos eran sus efectos sobre la sociedad americana. En 1967, Johnson solicitó una subida de los impuestos del 10%, el Congreso la rechazó a menos de que redujera también los gastos en el interior; el Presidente se opuso y el Congreso denegó la subida de impuestos sin dejar por ello de comenzar a restringir los fondos con destino a los programas de política interior. La inflación se desató, anulándose de este modo los anteriores esfuerzos por ayudar  a los mas pobres.

Las consecuencias psicológicas de la guerra tuvieron tanto alcance como sus efectos económicos. Los continuos engaños y verdades a medias de la administración Johnson resquebrajaron la confianza popular en el gobierno; las acusaciones de agresión contra Vietnam del Norte y las pretensiones de victoria, crearon un foso de incredulidad entre el pueblo y sus dirigentes. Fue el éxito de la ofensiva vietnamita del Tet en 1968, pocas semanas después de que el comandante en jefe de las tropas americanas, General Westmoreland, hubiera hablado de victoria en términos optimistas, lo que acabó con lo poco que quedaba de la credibilidad de la administración Johnson.

Los triunfos de los vietnamitas debilitaron también la confianza de los americanos en ellos mismos, obligándoles a interrogarse acerca del tan arraigado supuesto del papel de América en el mundo. A medida que la oposición a la guerra iba creciendo en el interior de los Estados Unidos, cundía la desmoralización entre las fuerzas americanas estacionadas en Vietnam.

El coste de la guerra, tanto en hombres como en dinero, alentó la oposición antibélica. A la vista de los éxitos alcanzados por McCarthy y por Kennedy como candidatos pacifistas en las elecciones primarias demócratas, y el creciente clamor popular contra aquellas, Johnson anunció el fin de los bombardeos sobre Vietnam del Norte. También declaró en un discurso televisado su intención de abandonar la presidencia. Entre tanto, los divididos demócratas se avinieron a presentar la candidatura del Vicepresidente Hubert Humphrey  frente a Richard Nixon, elegido por los republicanos. Nixon triunfó en unos comicios en los que solo participó el 60.7% de los electores, por un margen de 500 mil votos. Esta victoria electoral se debió en parte a su promesa de poner fin rápidamente a la guerra. Pero las fuerzas americanas no serían retiradas sino tras 4 años mas tarde de enconada lucha y de una creciente división en el seno del país.


4.- La sociedad americana en la década de 1960.
La década de 1960 se caracterizó por su marcado contraste con la década anterior. Aun cuando se mantuvo la prosperidad general de la época de Eisenhower, la voluntad de cambio de Kennedy y de Johnson alentó la crítica y el análisis de los males de la sociedad americana. Los intentos de introducir mejoras reales en las relaciones interraciales y en el bienestar social no hicieron mas que intensificar el clamor de la rebelión ideológica.

A pesar de ello, persistían muchas de las corrientes visibles en la década de los 50’s. La población americana seguía creciendo rápidamente, aumentando en 24 millones en el espacio de 10 años y rebasando la cota de los 200 millones, aún cuando la tasa de crecimiento disminuyó a partir del 65, y el índice de natalidad cayó del 24 por mil en 1960 al 18 por mil en el 70.

Esta población en expansión, y por lo general mas sana, seguía disfrutando de gran movilidad. Solamente entre 1965 y 1970, el 47% de las familias americanas se había mudado de casa. Estas migraciones se ajustaban a las pautas ya conocidas: de las zonas rurales a las urbanas y del centro ciudad a las zonas residenciales urbanas.

La política expansionista de Kennedy y Johnson tuvo éxito en la medida en que la década de 1960 no se produjo ninguna recesión. El producto nacional bruto pasó de 503 mmdd en 1960 a 976 mmdd 10 años más tarde, y la renta anual media de las familias americanas creció de 5660 dólares en 1959 a 9590 dólares en el 69. Los programas de la guerra contra la pobreza habían ayudado a algunos de ellos, pero en modo alguno a la totalidad. Además, aquellos programas fueron recortados drásticamente a raíz  de la elección de Nixon. Los esfuerzos del nuevo presidente por equilibrar el presupuesto mediante una reducción del gasto federal coadyuvaron también a la recesión; el Producto Nacional Bruto experimentó una contracción y el desempleo aumentó de 3.3% a finales de 1968 al 5.8% en 1970. Se terminaba así un largo período de expansión irrumpiendo un rápido proceso inflacionista que devaluó el dólar en más del 8% en menos de 2 años.

La administración Nixon (1969-1974) adoptó una política de enfrentamiento con los manifestantes contrarios a la guerra y con los militantes negros, frenó el proceso de integración racial en las escuelas y atacó a los beneficiarios del seguro de desempleo y de la ayuda social acusándolos de holgazanes. El tándem Nixon-Agnew fue reelegido en 1972 por una gran mayoría.


miércoles, 10 de octubre de 2012

De la guerra mundial a la sociedad de la abundancia.


7.- De la guerra mundial a la sociedad de la abundancia, 1941-1961.


I. El fin del New Deal y el impacto de la guerra sobre la sociedad americana.

Hasta fecha relativamente reciente los historiadores han ignorado casi por completo el impacto de la segunda guerra mundial sobre la sociedad americana, centrando su atención sobre los aspectos militares del conflicto o sobre las cuestiones de política exterior que planteó.

Cuando el conflicto estalló en Europa en 1939, seguían sin empleo 10 millones de americanos y aunque los organismos del New Deal continuaban funcionando, se había agotado ya el impulso reformista. Por aquel entonces la reforma social estaba muriendo a manos de una sólida coalición conservadora en el congreso. Simultáneamente, la situación europea obligaba tanto al presidente como a los ciudadanos a desviar su atención hacia la política exterior. Los Estados Unidos habían movilizado su industria y sus fuerzas armadas incluso antes de 1941. En septiembre de 1940 fue aprobada la primer ley sobre servicio militar obligatorio en tiempos de paz y las fuerzas armadas empezaron a reformar sus efectivos, habilitándose 100 nuevos campamentos militares.

Aun cuando el gobierno americano era oficialmente neutral, Roosevelt estaba firmemente decidido a ayudar a Gran Bretaña; la Carta del Atlántico, de agosto del mismo año, no fue sino una declaración conjunta de los objetivos de guerra británicos y americanos. Los americanos esperaban entrar en guerra y estaban parcialmente preparados para ello; aunque el modo en que empezó el 7 de diciembre de 1941 les sorprendiera. A partir de aquel momento, lo sucedido fue muy similar a lo que aconteció en Gran Bretaña. El gobierno fue aumentando sus poderes a fin de controlar al máximo el esfuerzo bélico y movilizar a la población para una guerra total.

Al compás del rápido crecimiento de los nuevos organismos gubernamentales y de la concentración en el esfuerzo bélico, la importancia de los organismos del New Deal fue disminuyendo. En gran parte, el New Deal ya no era necesario; el crecimiento de la industria de armamentos y de las fuerzas armadas significaba que ya no se trataba de encontrar puestos de trabajo para los hombres, sino hombres para los puestos de trabajo. Pero si el conflicto logró acabar con el paro, también retrasó, e incluso desvirtuó, importantes reformas sociales.

A pesar de que algunos liberales mantenían que el mejor modo de ganar la guerra consistía en llevar más adelante las reformas, pues así merecería mas la pena defender América, Roosevelt y sus colaboradores dieron prioridad a otros procedimientos más directos. El congreso, por su parte, no cedió a los intentos de reforma de la seguridad social y del seguro de desempleo, llegando incluso a congelar el volumen de la contribución de la seguridad social, aplazando así un aumento que ya estaba previsto.

Para el obrero industrial, el beneficio más evidente de la guerra fue la creación de puestos de trabajo. En 1943 el paro se había reducido a la cifra de 800’000 personas y quienes disfrutaban de un empleo trabajaban y ganaban más que nunca. Si hubieron de transcurrir cuatro años hasta alcanzar el pleno empleo, parece razonable pensar que sin el estímulo de la guerra este plazo habría sido aun mas largo; la guerra triunfó allí donde el New Deal parecía haber fracasado.

A pesar de que un sector considerable de la población seguía percibiendo unos ingresos muy bajos, hacía mucho tiempo que los americanos en su  conjunto no disfrutaban de un nivel de vida semejante. El subsiguiente crecimiento de su poder adquisitivo se produjo en un momento en que se disponía de menos artículos de consumo,  y esta situación provocó fuertes tensiones inflacionistas.

Aunque parezca paradójico, la escasez y el racionamiento  contribuyeron también a la transformación de los Estados Unidos en una sociedad mas igualitaria.

Los sindicatos tuvieron que hacer concesiones; durante el período de emergencia fueron ignoradas las disposiciones relativas a la limitación de la jornada de trabajo. En febrero de 1943, Roosevelt decretó un mínimo de 48 horas semanales para los obreros de las fábricas de municiones, si la jornada semanal media se prolongó hasta 45 horas en ciertas industrias llegó a ser de cincuenta o sesenta.

Alentados por las necesidades de la industria militar, los movimientos migratorios de l campo a la ciudad y del sur al norte y al oeste experimentaron una fuerte aceleración durante la década de 1940. Pese  a que estas migraciones  discurrían por unos cauces establecidos desde hacía ya  unos 20 años eran muy escasas las zonas  urbanas en condiciones de absorber las tasas de crecimiento sin precedentes de la guerra. El problema mas acuciante fue el de alojamiento de los recién llegados; el número de propietarios de inmuebles aumentó de hecho durante la guerra de 15 millones en 1940 a 20 millones en 1945,pero no todo el mundo estaba en condiciones de adquirir una vivienda incluso aunque dispusiera del dinero necesario para ello.

No cabe duda que la guerra tuvo consecuencias buenas y malas sobre la estructura social de los Estados Unidos. Por una parte, llevó consigo un pleno empleo relativo, una redistribución de las rentas, una mayor prosperidad y una urbanización acelerada; pero, por otra, contribuyó a la súper población de muchas zonas industriales, a la escasez de viviendas, a una insuficiente escolarización, al auge de la delincuencia juvenil y a la perturbación de la vida familiar.

II. Mujeres y otros grupos no privilegiados.

Si la guerra afectó de una u otra forma a la totalidad de los americanos, para los grupos minoritarios fue un período  de particular trascendencia.

Tres millones de mujeres, que en circunstancias normales habrían permanecido en sus hogares, los abandonaron para ir a trabajar; el número de mujeres empleadas pasó de 12 millones a más de 16 millones, que paulatinamente fueron desempeñando tareas tradicionalmente reservadas a los hombres.

Los efectos de la guerra se dejaron sentir también sobre grupos étnicos y raciales minoritarios  de América, que participaron así de algunos de sus beneficios. A diferencia de lo que ocurría en la primera guerra mundial, durante la segunda no se produjeron ataques histéricos contra los americanos de origen alemán o italiano; tan solo 3000 alemanes y 85 italianos fueron considerados suficientemente peligrosos como para justificar su detención.

La gran excepción, sin embargo,  fueron los extranjeros de origen japonés, concentrados en su mayoría en la costa occidental. El temor al espionaje y a los actos de sabotaje, unido a un evidente racismo y al resentimiento económico, llevó al pueblo y a las autoridades de California a solicitar el traslado de los japoneses. En febrero de 1942, el Presidente Roosevelt accedió finalmente a estas demandas promulgando una orden por la que se autorizaba al ejército a señalar determinadas zonas militares de las que podían ser excluidas algunas o todas las personas. Más de 110’000 japoneses, muchos de ellos nacidos en América fueron reunidos y llevados a campamentos en las regiones desérticas de Arkansas, Utah, Arizona y otros estados.

Los americanos de origen mexicano eran discriminados desde hacia largo tiempo tanto en la costa occidental como en el sudoeste; al igual que los negros americanos eran segregados, insultados y forzados a realizar los peores trabajos, pero a diferencia de los japoneses habían sido incapaces de crear las bases de una estructura económica urbana. Las necesidades de mano de obra para las fuerzas armadas provocó que ellos pudieran disfrutar por primera vez de un empleo en la industria, de tal forma que si en 1941 no había un solo obrero mexicano en los astilleros de Los Ángeles, en 1944 era superior a 17’000; esto gracias al acuerdo hecho entre el gobierno de México  y los Estados Unidos, que permitía la importación de trabajadores con destino a la industria de guerra, pudo el gobierno americano adoptar determinadas disposiciones en cuanto a la reglamentación de sus salarios y condiciones de empleo lo que les permitió alcanzar el nivel de vida americano mínimo.

Para los 13 millones de negros americanos la experiencia fue muy similar: avances en algunos terrenos entremezclados de violentas explosiones de tensión racial. La depresión había afectado a los afroamericanos debido a su condición  de ciudadanos de segunda clase, lo que implicaban que eran los últimos contratados y los primeros despedidos. El porcentaje de negros en paro era aproximadamente el doble de los blancos.

No cabe duda que durante los años de guerra, los negros hicieron importantes avances sociales, económicos y políticos, a pesar de los evidentes indicios de creciente tensión social, hasta el punto de que a menudo la violencia no era sino resultado de los progresos efectuados.

III. Los problemas de la posguerra: Reconversión, Conservadurismo y Fair Deal.

La totalidad de los americanos, pero en particular los grupos minoritarios, esperaban al  fin de la guerra con cierta ansiedad, muchos de ellos temían la vuelta al desempleo masivo ante la perspectiva de una súbita y masiva desmovilización unida a un drástico descenso de la producción.

Son varias las razones que explican esta transición comparativamente indolora de la guerra a la paz. Una de ellas fue la rápida reconversión de la producción de material de guerra a la de artículos de consumo, alentada por las reducciones de impuestos y la supresión de controles y el mantenimiento de un elevado nivel de gastos gubernamentales.

El verdadero problema de la posguerra fue la inflación, no la depresión. Bajo la presión del Congreso, en 1946 el Presidente Truman suprimió a regañadientes la totalidad de los controles de precios, a excepción de los que recaían sobre los alquileres, el azúcar y el arroz.

Aun  cuando la segunda guerra mundial no fue seguida de un estallido de histeria y de xenofobia de la intensidad del de 1918-19, había signos evidentes de creciente intolerancia y conservadurismo.

Truman alcanzó inesperadamente una considerable victoria sobre su contrincante republicano en las elecciones de 1948, y lo hizo con la ayuda, entre otras, de la mayoría de los votantes negros. El Presidente interpretó su victoria como un mandato popular a favor del liberalismo y como un rechazo del conservadurismo del Congreso. Truman presentó al Congreso un programa legislativo destinado a llevar adelante el New Deal y a dar a todos y a cada uno de los americanos un Fair Deal, un trato justo. Las medidas del Fair Deal comprendían una legislación sanitaria a escala nacional, una ley de derechos civiles, disposiciones relativas a la construcción estatal de viviendas, subsidios agrícolas y controles de precios y de salarios.

La coalición que se había formado en el Congreso entre los republicanos y los demócratas conservadores reaccionó alarmada contra las propuestas del presidente, al que acusaron de pretender aumentar la autoridad a costa de los estados y recurrir a métodos totalitarios. El Congreso bloqueó el proyectado plan de subsidios agrícolas y también el de seguro de enfermedad. A pesar de todo, Truman consiguió elevar el salario mínimo de 40 a 75 centavos por hora. En 1949 el Congreso promulgó también una ley de la vivienda que preveía la construcción de 800’000 viviendas financiadas por el estado. No fue sólo en 1949 el año de las dificultades legislativas de Truman, sino también aquel en que se produjo la primera recesión grave desde el final de la guerra; una reducción de los impuestos, con el consiguiente aumento de los gastos de consumo, atajó este descenso pero factor de mayor influencia en la recuperación fue el incremento del gasto estatal resultante del comienzo de la guerra en 1950.

IV.- La guerra fría, la guerra de Corea y el McCarthysmo.

Una de las consecuencias más importantes de la segunda guerra mundial fue la conversión de los Estados Unidos de una gran potencia en la gran potencia. En tanto que los restantes participantes habían quedado devastados por el conflicto, los Estados Unidos sufrieron perdidas insignificantes. El pueblo americano era más rico y estaba mejor alimentado que cualquiera de los pueblos europeos, al mismo tiempo, América era la más poderosa potencia militar del mundo.

Solamente los Estados Unidos podían llenar el vacío de poder producir en el panorama político por la división y el debilitamiento de Europa y la extensión de las fronteras de la URSS; pero los americanos carecían de una clara visión de lo que significaba su nuevo papel, por lo que transformaron el anticomunismo dentro y fuera de sus fronteras en una ideología, surgiendo así la guerra fría.

El gobierno americano abandonó deliberadamente la política de colaboración con la URSS, rechazó la noción de esferas de influencia en Europa Oriental y trató de imponer el concepto de democracia americano con el fin de aumentar su propio poder político y económico. Rusia, debilitada por la devastación de la guerra y más preocupada por su seguridad que por la expansión, temía que América se empeñara en una política de dominación ideológica y militar; los americanos, y la mayoría de sus aliados europeos, pensaban que la URSS pretendía la ruina del capitalismo y la imposición del comunismo en todo el continente. El temor sirvió de base a la guerra fría y su prolongación.

En 1950 con ocasión de la invasión de Corea del Sur desde el Norte, Truman envió tropas americanas al mando del general Mac Arthur para auxiliar a los surcoreanos; a ellas se unirían más tarde fuerzas de las naciones unidas en una guerra que había de prolongarse por espacio de 3 años.

El paso de la guerra fría a la caliente de Corea contribuyó a crear una atmosfera en la que las acusaciones indiscriminadas de McCarthy no sólo tuvieron audiencia sino incluso respaldo popular.

El fin de la guerra de Corea, en julio de 1953, restó mucho impulso a McCarthy. Sus ataques contra el supuesto espionaje en las fuerzas armadas, en diciembre de 1953 y enero de 1954 fueron televisados, lo que precipitó su caída; en diciembre de 1954, el Senado le censuró por su conducta acabando así con su carrera. Murió en 1957.

V.- Eisenhower y el conservadurismo de la década de 1950.

La estrecha cooperación entre el gobierno y las empresas, que se había desarrollado durante la segunda guerra mundial se intensificó durante la administración Eisenhower. La mayoría de los miembros del gabinete eran hombres de negocios. Habida cuenta de las estrechas relaciones entre los industriales y el gobierno, a nadie sorprendió que la administración favoreciera a los empresarios. Los impuestos que gravaban a las grandes compañías fueron reducidos en 1954.

VI.- Los orígenes del nuevo movimiento a favor de los derechos civiles en la década de 1950.

La elección de Eisenhower en 1952 y el final de la guerra de Corea un año mas tarde marcaron el fin de una era en materia de derechos civiles y el comienzo de otra. En la línea de sus anteriores sentencias, el Tribunal Supremo proclamó en 1954 que la segregación en las escuelas públicas era anticonstitucional; un año después ordenaba que la integración en las escuelas había de efectuarse con la mayor rapidez posible.

La explosión de protesta de los negros significó un cambio radical en la imagen que los afroamericanos tenían de si mismos y del lugar que ocupaban en América. En vez de esperar pasivamente la reforma, ahora la exigían. Su actitud hizo de las relaciones raciales una cuestión que ningún partido podía desconocer.

VII.- La sociedad americana a mediados del siglo XX.

Para América, los años 50 fueron años de paz y de relativa tranquilidad. Las transformaciones provocadas o aceleradas por la segunda guerra mundial se afirmaron a partir de 1945, al tiempo que algunos factores exteriores contribuían a los progresos económicos y sociales de los Estados Unidos.

Uno de los cambios más espectaculares se produjo en la población. En 1940 contaron con 123 millones de habitantes y en 1960 con 179 millones. La razón de esta sorprendente expansión era simplemente el crecimiento del índice de natalidad y la disminución del índice de mortalidad.

Eran cada vez más numerosos los que abandonaban el campo por la ciudad. En 1960, un 70% de la población vivía en las grandes ciudades. Muchas grandes ciudades comenzaron a extenderse, fundiéndose unas con otras; en 1960 se habían configurado 3 áreas urbanas bien definidas: Chicago-Detroit, Boston-Washington-Nueva York y San Francisco-Los Ángeles.

Los cambios producidos en la post-guerra trajeron también consigo numerosos inconvenientes. La automación desplazó de la industria a muchos obreros que, carentes de cualificación, tuvieron dificultades para encontrar nuevo empleo, más de un millón de trabajadores perdieron su puesto de trabajo.
La segunda guerra mundial acabó con la depresión, creando las bases de la prosperidad de los tiempos de paz. Muchos de los acontecimientos causados por la guerra se prolongaron una vez terminado el conflicto. El mandato de Eisenhower fue una etapa en la que se consolidaron los avances del pasado y se redujeron las tensiones.  Si los años 50 fueron años de prosperidad, también lo fueron de aplazamiento.