miércoles, 26 de septiembre de 2012

Los Estados Unidos entre las dos guerras.1919-1941


Los Estados Unidos entre las dos guerras, 1919-1941


Las dos guerras mundiales significaron para los Estados Unidos, como para la mayor parte de los países, rupturas bien definidas. A partir de la primera guerra mundial, la vida política y social fue dominada cada vez más por consideraciones económicas.

La sociedad americana de la década de 1920 fue la primera sociedad de consumo de masas, con todas sus virtudes y defectos, treinta años antes que otros países alcanzaran este nivel. La diferencia estribaba en que en la década de 1920 los principales productos de  consumo en América eran los mismos que hoy.

Pero a partir de mediados 1929 el país se sumió en una marasmo económico de una gravedad devastadora. La producción industrial descendió constantemente a lo largo de cuatro años y las quiebras y el paro crecieron proporcionalmente. El sistema financiero se derrumbó.

El New Deal no fue un éxito total, pero significó un profundo cambio histórico ya que, tras la depresión, no solo el gobierno federal intervenía  en prácticamente todos los aspectos de la vida americana-al igual que había sucedido con los europeos después de la primera guerra mundial- sino que la mayor parte de la población esperaba que aquél garantizase su nivel de vida.

1.- La vuelta al Aislacionismo

Al término de la llamada gran guerra, los Estados Unidos se habían convertido en la primera potencia económica y de haber seguido la guerra serían también la primera fuerza militar. Pero como consecuencia del fracaso de incluir ciertos principios liberales en el Tratado de Versalles, durante la década de 1920 dejaron de influir sobre los asuntos políticos internacionales. Dos razones explican esto: el poder real de los Estados Unido no era reconocido; cuando lo fue, la opinión pública americana optó por no ejercitarlo.

El hecho de que los Estados Unidos se convirtieran en el país acreedor tendría efectos negativos sobre el comercio y las finanzas de las posguerra. Europa necesitaba capital para salir de la grave situación económica y la única fuente posible era Estados Unidos; de este modo recayó sobre los Estados Unidos una considerable responsabilidad económica.

Los países europeos dependieron cada vez más de los préstamos americanos a corto plazo, sujetos a devolución inmediata. Este fue el principal motivo de las constantes dificultades económicas del mundo y de la rapidez con que se extendió la recesión de los Estados Unidos a Europa, así como su gravedad. La prosperidad de la posguerra fue motivada por la dislocación de los transportes y no por una demanda real, y también que los alemanes incumplieron sus compromisos en materia de reparaciones.

2.- Americanos y extranjeros

El fin del conflicto significaba que los agricultores y las familias acomodadas del sur y del este podían verse anegadas por otra oleada de inmigrantes procedentes de Europa meridional y oriental. Durante la posguerra se hizo más evidente que estos americanos de origen extranjero albergaban sentimientos de lealtad hacia países extranjeros y hacia una iglesia también extranjera.

La más grave amenaza contra el orden, o al menos así lo pareció fue la huelga de la policía de Boston en 1919. A partir de este incidente, cualquier tensión laboral tenía un matiz radical y todas las huelgas se consideraban amenazas a la constitución.

La realidad era que la población americana estaba harta de luchas políticas tanto nacionales como internacionales. Esto se puso claramente de manifiesto en las elecciones presidenciales de 1920 donde menos de la mitad del electorado acudió a sufragar.

Debido a la tremenda potencia de su economía, los Estados Unidos podían permitirse el lujo de optar por el aislacionismo político. Durante la década de 1920 la economía experimentó un desarrollo ininterrumpido como consecuencias de inversiones masivas que a su vez se basaban en una fuerte demanda de artículos de consumo “duros.”

Los rasgos mas característicos de la prosperidad americana eran la fabricación en serie de los vehículos de motor, y en particular el automóvil privado, y la producción y consumo masivos de energía eléctrica. El automóvil satisfacía las cambiantes necesidades del consumidor y los antiguos modelos eran reemplazados antes de que expirara su vida técnica. Aquí radicaba en parte, pero solo en parte, la importancia de la publicidad. La publicidad experimentó una gran difusión debido a la introducción en Estados Unidos de los periódicos “tabloides”  y a la radio.

La publicidad fue utilizada cada vez más como un dispositivo de diferenciación del mercado; es decir, trataba de persuadir al consumidor de que productos exteriormente similares eran en realidad distintos. Ello reflejaba el problema fundamental de la producción en serie: la reducción de los precios al mínimo dependía de la venta de un producto estandarizado en un gran mercado, pero el mantenimiento de esta demanda a largo plazo dependía de que se mejorara el producto para satisfacer los cambiantes gustos del consumidor y crear nuevas necesidades en el.

Sobre el automóvil particular se levantó una nación de nómadas, a la que prestaba servicio en carretera una serie de nuevas industrias que iban de los puestos de venta de bocadillos de salchichas hasta los billares y moteles.
El de la vivienda es, pues, un mercado especulativo; si las perspectivas son buenas, los constructores incrementan su producción hasta que el mercado se satura. La fuerte expansión experimentada por la construcción de viviendas en el periodo 1918-1925 fue provocada en parte por una elevada tasa de inmigración, con la que siempre estuvo estrechamente relacionada en Estados Unidos la política de la vivienda.

La década de 1920 fue la época dorada de la gran ciudad (con su centro y zonas residenciales suburbanas) y por primera vez la sociedad americana estuvo sometida a una cultura urbana, le gustara o no.

Los Estados Unidos eran, con diferencia, los productores de automóviles, energía eléctrica y bienes de consumo doméstico más baratos, no existía allí una inflación que hiciera subir los costes y facilitara el acceso de los productos extranjeros, y los servicios y las viviendas no podían ser importados.

Hubo un importante sector de la población que no se benefició de la prosperidad general. Estaba localizado en las zonas deprimidas de Nueva Inglaterra y de los Apalaches, donde la industria textil y las minas de carbón atravesaban por graves dificultades. Pero el mayor problema económico de la década de 1920, fue, con diferencia, que la agricultura no participó de la prosperidad industrial, fenómeno que ya se había producido con anterioridad.

El problema básico con que se enfrentaban los agricultores consistía en que resultaba más fácil aumentar la producción que restringirla. El estallido de la primera guerra mundial contribuyó a exacerbar estos problemas. El precio de la tierra subió y fueron muchos los agricultores que tomaron dinero a préstamo con la garantía de sus tierras para adquirir otras nuevas y equipo adicional.

En 1920 y 1921 finalizaron la garantía y el nivel de precios de la guerra, pero las deudas a plazo fijo contraídas durante el periodo bélico seguían en pié y gravitaron sobre muchos agricultores a lo largo de la década; también aumentaron los arrendamientos ya que al ser ejecutadas las hipotecas algunos granjeros se convirtieron en arrendatarios de sus antiguas tierras. A pesar de todo, la superficie cultivada aumentó, debido en gran parte a la mecanización.

Pero no a todos los agricultores les fue mal. Los cultivadores de agrios, productos hortícolas y frutas y los ganaderos especializados en productos lácteos se beneficiaron del aumento de las rentas de la población urbana.

Una de las principales reivindicaciones de los agricultores fue la de la paridad, es decir, el apoyo de gobierno federal a los precios con objeto de garantizar los ingresos de los agricultores y el mismo poder adquisitivo que habían tenido entre 1910 y 1914.

4.- La política durante la etapa de prosperidad, 1920-1929

A diferencia de la europea, la prosperidad americana permitía obviar el coste social del ciclo económico, lo que pareció tanto más evidente cuanto que la intervención gubernamental en la economía era prácticamente inexistente. Ello explica el éxito de los republicanos, ya que se les identificaba como el partido de los negocios, y por fin los negocios parecían ofrecer igualdad de oportunidades para todos.

En todos los conflictos entre los sindicatos y los empresarios, el gobierno federal se puso inequívocamente de parte de los segundos, alentando por ejemplo el recurso a las tropas estatales en la huelga del carbón de 1922. A medida que la década avanzaba, el poder político iba pasando paulatinamente a manos de hombres muy ricos.


5.- La ciudad contra el campo: conflicto entre dos sistemas de valores

La crisis agrícola de la década de 1920 puso de manifiesto el conflicto entre los valores rurales y urbanos subyacentes en muchos acontecimientos de la época. Lo cierto es que durante la década de 1920 la radio, la prensa y las películas de Hollywood divulgaban una imagen de la cultura de la gran ciudad que los jóvenes del campo absorbían como nunca lo habían hecho antes.

Si la América rural no logró obtener del gobierno el apoyo a los precios agrícolas, su otra reivindicación-la prohibición a nivel nacional del alcohol-no podía serle negada. La prohibición fue aprobada por ley en 1919 porque los habitantes de las pequeñas ciudades y del campo se sintieron obligados a salvar la moral de las grandes ciudades mediante una ley; pero esta sólo pudo imponerse sobre el papel. En las grandes ciudades beber ilegalmente se revistió de emoción. Locales de mala reputación se pusieron de moda, siendo frecuentados por primera vez por mujeres jóvenes.

Durante la década de 1920 la delincuencia fue en aumento, en particular los robos, que no tienen relación directa con la prohibición. Cuando la prohibición terminó en 1933, los actos de violencia se trasladaron al ámbito de los sindicatos, prostitución y drogas. Se produjo también una oleada de atracos de bancos a mano armada, lo que permite pensar que el automóvil pudo haber constituido un estímulo de la criminalidad más potente que la prohibición misma.

Una ojeada retrospectiva a la sociedad americana de la década de 1920 invita a una apreciación crítica: el culto a los negocios nos parece ingenuo; la intolerancia, ridícula; el aislacionismo, desastroso.  Pero antes de juzgarlos conviene recordar que ningún periodo histórico, y mucho menos el nuestro, tiene motivos para considerarse mejor que el anterior. El materialismo más pronunciado sigue estando a la orden del día en las sociedades industriales occidentales y la intolerancia no ha desaparecido.


6.- La quiebra de la bolsa y la crisis económica mundial. 1929-1933

Durante un largo periodo de tiempo parecía imposible que pudiera perderse dinero en la bolsa lo que acabo por convertir a cada nuevo inversor en un especulador. Los valores de renta fija se vendían mal y muchos de ellos fueron liquidados a cambio de acciones. El auge de la bolsa se convirtió en tema habitual de conversación; la subida de las cotizaciones fascinaba a una nación obsesionada con las estadísticas del mismo modo que lo estaba por las estadísticas de los encuentros de beisbol. La quiebra de la bolsa tuvo lugar en octubre de 1929, en forma sorprendentemente repentina.

A comienzos de octubre reinaba cierto nerviosismo, pero nadie imaginaba lo que iba a suceder. El 23 de octubre fue vendida la cifra record de 6 millones y medio de títulos. Al día siguiente el caos y el pánico se apoderaron de la bolsa neoyorquina. El principal motivo del pánico era la inseguridad; cuando el inversor acudía a la oficina de su agente parea que le informara de la situación de sus acciones, el teletipo ponía de manifiesto que en una sola mañana habían desaparecido las ganancias de meses.

Ninguna institución pública o privada era capaz de restringir el crédito con objeto de frenar la especulación. Posiblemente lo que desencadenó la subida de la bolsa fue precisamente la política de dinero barato adoptada en 1927, un bajo tipo de redescuento y una oferta monetaria de expansión destinada a ayudar a la moneda británica.

A partir del momento en que el alza de las cotizaciones dejó de guardar relación alguna con la marcha de la industria, era sólo cuestión de tiempo que el mercado se viniera abajo.

Una causa evidente de las dificultades fue la crisis del ramo de la construcción, que ya se había iniciado en el sector de las viviendas privadas de 1925, y que a partir de 1928 se extendió al de los edificios comerciales. Estaba claro que la excepcional tasa de construcción alcanzada en los años anteriores había saturado el mercado.

La polémica principal a girado en torno a la importancia relativa del consumo y a la inversión. Al aumentar los beneficios aumento también la demanda de determinados bienes, como lo yates y las pieles, pero el mercado de estos artículos se saturaba fácilmente y era muy vulnerable a la las pequeñas fluctuaciones de los ingresos.

Las consecuencias de la depresión fueron muy variadas. Los sectores más gravemente afectados fueron la agricultura, la producción de bienes de consumos duraderos y la industria pesada. El consumo de bienes de primera necesidad se mantuvo en parte porque la mayoría de las familias dejaron de ahorrar. Cuanto más pequeña fuera la ciudad, mayores probabilidades había de que dependiera de una solo industria.

El hundimiento de la bolsa fue además una importante causa directa de la reducción de los beneficios empresariales, tanto financieros como especulativos, y destruyó el incentivo individual al ahorro reduciendo así el volumen de los recursos destinados a la inversión. La quiebra, finalmente, recortó también los ingresos del amplio sector financiero y acabo con el considerado mercado de artículos de lujo.
El nivel extraordinariamente bajo de los ingresos agrícolas fue decisivo y retardó considerablemente la recuperación. Aun cuando los Estados Unidos eran el primer país industrial del mundo, la población agrícola seguía representando un cuarto del total. La agricultura era con diferencia, el sector más deprimido de la economía.

La expropiación por deudas e impuestos impagados estaba a la orden del día y los agricultores privados de sus tierras, emigraron a California a recoger fruta. A partir de 1931, sin embargo, las expropiaciones no se limitaban ya a los agricultores marginales, sino que se extendieron por todo el país, y hubieran sido aun más frecuentes de no ser por la imposibilidad en la que se hallaban sus acreedores de vender las granjas en un mercado que se hundía.

Las importaciones procedentes de los países que habían devaluado su moneda resultaban más baratas y las exportaciones a dichos países más caras. En estas circunstancias, y con el fin de salvaguardar sus reservas, se veían obligados a adoptar políticas deflacionistas. Esto no revestía mayor gravedad para la economía americana, pero el hecho de que le dólar tuviera un cambio elevado y fijo impidió el desarrollo de una política monetaria expansionista como la de Gran Bretaña y Suecia. Esto tuvo serias repercusiones sobre el sistema bancario americano.

Las bancarrotas no sólo destruían el ahorro individual, sino que obligaban a los bancos a poner coto a sus préstamos porque para evitarlas tenían que conservar la mayor liquidez posible, lo que a menudo suponía la quiebra para muchos de los que hasta entonces habían sido sus clientes.

La depresión pudo tanto haber causado una reducción de la oferta monetaria como haber sido provocada por ella.

7.- Las consecuencias sociales y políticas de la depresión. 1930-1933

La depresión modificó la apariencia social de América. Ya en 1931 el número de parados totales se cifraba en 8 millones, lo que afectaba a una familia de cada 6. No había seguro de desempleo de ningún tipo y la asistencia local era absolutamente inadecuada.

Mayor importancia tiene el hecho de que la pobreza fue originada menos por el alcance de la depresión que por su duración. En un país tan rico como los Estados Unidos, los trabajadores de la industria y los empleados estaban en condiciones de sobrevivir durante un año de paro a base de despojarse paulatinamente de los bienes que poseían.

Distribuidos entre todos los parados, los socorros prestados aquel año equivalían tan solo a 27 dólares por cabeza. Por aquel entonces, muchos de los que llevaban lago tiempo en paro estaban psicológicamente incapacitados para trabajar. En ocasiones la totalidad de los ingresos de una familia dependían del hijo o de la hija, lo que provocó profundos cambios en la estructura familiar.

Hoover no tenía esperanza alguna de alcanzar la victoria en las elecciones de 1932, como tampoco la tenía ningún otro candidato del partido Republicano identificado con las grandes empresas, de aquí que había de ser la Convención Demócrata la que eligiera al nuevo presidente de Estados Unidos. Al cabo de innumerables escaramuzas y regateos, la elección recayó sobre el gobernador del estado de Nueva York, Franklin Delano Roosevelt.

El atractivo de Roosevelt residía en su imagen, que se aproximaba a la de un aristócrata tanto como ello era posible en América. Roosevelt no prometió soluciones radicales; es más, ni siquiera expuso un conjunto coherente de medidas políticas. Pero en tanto que Hoover vacilaba, el prometía acción. El plan de Roosevelt era ”intentar algo”. Otra de las cualidades de Roosevelt, era que unía la arrogancia del aristócrata una personalidad humana cautivadora y hablaba directamente al ciudadano medio como uno de los suyos. Lo que el país quería era un nuevo enfoque y voluntad de experimentar, de “intentar algo”. Sobre esta esperanza basó Roosevelt la estrategia para su New Deal.

8.- El primer New Deal 1933-1935

Después de la toma de protesta de Roosevelt, el congreso aprobó una avalancha de leyes sobre fondos asistenciales para los parados, precios de apoyo para los agricultores, servicios de trabajo voluntario para los parados menores de 25 años, proyectos de obra pública en gran escala, reorganización de la industria privada, creación de un organismo federal para salvar el valle de Tennessee, financiación de hipotecas para los compradores de viviendas y para los agricultores.

La primitiva legislación del New Deal procedía de dos fuentes. Algunas disposiciones habían sido elaboradas durante la campaña presidencial por un grupo de intelectuales conocidos como el Brains Trust, que le sometieron una serie de medidas radicales; la segunda fuente legislativa fue el propio congreso, una vez que el gobierno federal manifestó su propósito de actuar, se abrieron las compuertas a las propuestas radicales y a la política de los grupos de presión.

El problema más acuciante para Roosevelt era la quiebra casi total del sistema bancario; el día en que tomó posesión era prácticamente imposible cobrar un cheque. La reapertura de los bancos no fue más que le preludio de una revisión a fondo del sistema financiero, gravemente distorsionado desde 1929 por el círculo vicioso de la contracción del crédito, el incremento de las deudas y el impago de las hipotecas. La bolsa fue también objeto de minuciosa atención y la nueva Securities Exchange Commission sacó algunas consecuencias de la catástrofe, prohibiéndose por ejemplo la financiación de las acciones sobre la base de las ganancias esperadas.

Otro de los problemas acuciantes en 1933 era la ayuda a los parados. El principal intento de ayudar a los parados fue la Federal Emergency Relief Act de mayo de 1933. El gobierno federal no se había encargado jamás de los subsidios de paro, que eran de incumbencia local, como la Poor Law de los tiempos Elisabetianos, de la que de hecho derivaba en América. Además, el nuevo organismo federal, la FERA, no pagaba directamente a los parados, sino a las autoridades estatales y locales para que pudiesen incrementar el volumen de sus prestaciones.

El New Deal jamás dispuso de un programa concreto para mitigar el paro a través de las obras públicas. Es evidente que este tipo de iniciativas no se habrían llevado a cabo de no ser por la depresión, que al margen de la ventaja de preservar las habilidades de escritores y artistas, indiscutiblemente no aportaron beneficio alguno.

El New Deal se enfrentó constantemente al dilema de emplear el dinero en aliviar el sufrimiento actual o en estimular la economía por el futuro.

Un problema gravísimo era el del bajo nivel permanente de las rentas agrícolas. Era preciso aumentar los precios de algún modo, y ello sólo podía conseguirse disminuyendo la producción. La Agricultural Adjustment Administration concedía primas a aquellos agricultores que voluntariamente aceptaban restringir su producción.

Otra dificultad adicional era que la agricultura carecía por completo de homogeneidad en cuanto se refería a dimensiones de las explotaciones. La AAA no subvencionó los precios de la leche y la mantequilla, pero las vacas eran alimentadas con maíz cuyo precio sí estaba subvencionado.

La devaluación del dólar sirvió únicamente para empeorar la situación de los demás países sin que ello favoreciera a los Estados Unidos. Roosevelt devaluó el dólar porque según sus consejeros si se reducía el contenido en oro del dólar los precios subirían automáticamente, lo que no sucedió. Entonces hizo subir deliberadamente el precio del oro efectuando compras de este metal a precios cada vez más altos, con la consiguiente devaluación del dólar a un nivel jamás alcanzado.


9.- El segundo New Deal, hasta la segunda guerra mundial, 1935-1941

En las elecciones presidenciales de 1936, Roosevelt no tenía rival posible, sólo perdió en 2 estados. En su segundo discurso el mensaje era claro; había tomado partido. Los empresarios debían ser considerados como enemigos porque podían frustrar el cambio social y eran muy pocos los que podían poner en duda que el cambio social no fuera esencial.


Los sindicatos recibieron un amplio respaldo federal. Fueron aumentados los impuestos sobre los ingresos más elevados y el sistema fiscal se hizo más progresivo; los ricos debían compartir su riqueza con los pobres. En la década de 1930 tal imposición sobre los ricos fue insignificante, ya que no hubo redistribución de la riqueza.

La derrota francesa permitió a Roosevelt ocupar por tercera vez la presidencia, fenómenos sin precedentes. Antes de mayo de 1940, probablemente no tenia intención de hacerlo, pero los únicos demócratas con alguna audiencia eran todos conservadores y Roosevelt tuvo que enfrentarse al problema de proseguir o abandonar el New Deal, todavía inconcluso.

Por último, en diciembre de 1941 los gobiernos japonés y alemán evitaron a los americanos la decisión de declarar la guerra. El conflicto de intereses entre Japón y los Estados Unidos se había agudizado a lo largo de la década de 1930 a medida que los japoneses intentaban alcanzar por la fuerza su objetivo de establecer una “zona económicamente autárquica” controlada por Japón.

10.- Una hojeada retrospectiva al New Deal

Es sumamente difícil juzgar las medidas aisladas del New Deal o el conjunto de este. De ahí que el New Deal, uno de los mas importantes programas legislativos de la historia moderna, claramente limitado en el tiempo, sea inevitablemente discutido.

Lo mas difícil de juzgar es el papel que desempeñó el factor psicológico de la confianza y la esperanza en una pronta mejora. El New Deal no alcanzó un éxito total. La renta per cápita real no recuperó su nivel de 1929 hasta 1940, momento en que el motor del crecimiento era el rearme.

La inversión privada sobre la que reposaba la economía, no se recuperó; cabe imaginar que sin el New Deal, la depresión habría sido aún  peor.

Para evitar una nueva caída, Roosevelt intentó reformar el sistema político y, en particular, las relaciones entre la economía y el gobierno. Roosevelt mantenía que si el gobierno ayudaba a los empresarios a fijar los precios, también tenia que alentar a los sindicatos a subir los salarios. Dado que lo que se perseguía era aumentar los beneficios empresariales, ambos objetivos eran incompatibles. Parte de la dificultad obedecía a que Roosevelt era demasiado receptivo.

De haber gastado Roosevelt suficiente dinero para poner la economía nuevamente en movimiento, de tal forma que invertir resultara rentable, difícilmente habrían desaprovechado los empresarios la oportunidad que se les presentaba por el mero hecho de que el país fuera socialista. Lo que importaba en definitiva era el volumen del gasto público.

En realidad el New Deal no era en absoluto hostil a los empresarios. Todo lo que hizo fue poner al burócrata allí donde había fracasado el hombre de negocios, hasta que la empresa privada pudiera florecer de nuevo.

Su efecto mas perdurable fue aumentar el poder del gobierno federal en general y del presidente en particular. Antes de 1933 para el americano medio “el gobierno” era el gobierno de su estado o de su municipio. A partir del New Deal, el gobierno federal se dispuso a hacer las cosas por sí mismo; al reducir el poder relativo a los estados y de los empresarios.

Debido al incremento del poder federal y presidencial sobre la economía, la transición de la guerra a la paz en 1945 fue indolora. Pero si el gobierno federal financia la construcción de una carretera que atraviesa los suburbios, no pasaría mucho tiempo  antes de que sus habitantes pidan que les faciliten mejores viviendas. El autentico legado del  New Deal fue revolucionar las expectativas.

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