miércoles, 5 de septiembre de 2012

Imperialismo de Masas


IMPERIALISMO DE MASAS

A pesar del énfasis que suele ponerse en los factores económicos, posiblemente la explicación más popular de la moderna expansión europea se ha basado en el imperialismo de masas.

Schumpeter establecía que el imperialismo no era el resultado de nuevos desarrollos económicos, sociales o políticos en Europa, sino la expresión de una antigua disposición sin objeto por parte del Estado a una ilimitada expansión de las fronteras.

En el estado moderno, la esencia feudal que sobrevivió a la Europa pre capitalista que se había fusionado con el capitalismo burgués. Así pues, el imperialismo terminaría solo cuando los elementos pre capitalistas de la vida social desaparecieran definitivamente.

Hilferding sostuvo que el capital financiero dejaba de ser amante de la paz en cuanto a su impulso económico ultramarino se veía obstruido por sociedades pre capitalistas. Para justificar esto, el burgués adoptaba la ideología racista y reclamaba el derecho natural de su propia sociedad avanzada a dominar a los pueblos atrasados de otro continente. De este modo, el imperialismo popular basado en el racismo era un producto orgánico del cambio económico.

La mayoría de las interpretaciones del imperialismo como fenómeno emocional o ideológico, caen dentro de dos categorías: las que lo tratan como producto de un nacionalismo intensificado y las que lo explican como el resultado de nuevas teorías sobre la raza.

La primera y mas pragmática hipótesis es con posterioridad a 1870 el nacionalismo popular preexistente se volcó al exterior y fijó sus ambiciones en África y Asia. Paralelamente a esta simple hipótesis nacionalista hay una teoría mas complicada que se basa en el crecimiento del racismo. Una característica destacada de fines del siglo XIX, fue la progresiva creencia de que los europeos eran racialmente superiores a las demás razas. Esta creencia provenía de las ventajas que los europeos poseían a las sociedades contemporáneas, de otros continentes en cuanto a tecnología, formas de gobierno, organización social, etc.

Sobre estas bases se difundieron una multitud de hipótesis que en su mayor parte se agrupaban en dos categorías: las que sostenían que el principio de la selección natural hacía necesaria la conquista de pueblos inferiores; y las que exponían el deber moral de la raza superior de asumir una misión civilizadora para con la inferior.

Hay una serie de interpretaciones opuestas de por que la demanda popular de expansión ultramarina habría desarrollado e impuesto la política pública en Europa occidental a finales del siglo XIX.

Para poder demostrar esta influencia, es necesario probar al menos dos puntos principales: primero, que por cualquier razón  la demanda pública de un imperio fue importante antes de que empezase la rápida expansión en la década de 1880; segundo, que los gobernantes de quienes dependía  el poder decisorio se vieron impulsados o facultados por el entusiasmo público para actuar donde, en otro caso, podían no haber actuado.

En la mayoría de los Estados de Europa occidental hubo un desfase importante entre la formulación y propagación de las ideologías o argumentos imperialistas por un puñado de entusiastas y el momento en que parecen haber tenido amplio apoyo.

En principio, los entusiastas colonialistas alemanes, aunque escasos en número, estaban institucionalmente preparados para influir en la política oficial desde comienzos de la década de 1880; y es al menos posible que la adopción de una política colonial alemana en 1884 fuera producto de su presión.

En Gran Bretaña hay menos pruebas de un fuerte imperialismo popular antes, de la década de 1890. Todas las organizaciones imperialistas que se habían fundado, se preocupaban exclusivamente de fortalecer los lazos con las colonias de asentamiento existentes y mostraban poco interés por las posibilidades de nuevas colonias tropicales.

El interés público solo se hizo patente a partir de 1894 y ya entonces fue más una reacción convulsa a sucesos concretos en ultramar que una firme expresión de idealismo nacionalista o racista.

La experiencia común es que el imperialismo empezó como una idea emotiva surgida de compromisos intelectuales sobre cuestiones que, por lo general, nada tenían que ver con la colonización ultramarina.

El auténtico entusiasmo popular por el imperio como tal sólo se hizo evidente en la década de 1890 y aún así continuó siendo esporádico e imprevisible. En suma, el argumento que considera el imperialismo de masa como la génesis o fuerza motriz del moderno imperialismo es intrínsecamente débil. Sería mucho mas exacto decir que el imperialismo como estado de ánimo popular fue una imagen refleja del hecho de la expansión imperial que no que el imperio fue el resultado de la idea imperial. 

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