INTERPRETACIONES PERIFERICAS DEL IMPERIALISMO
Todas
las interpretaciones de la expansión europea consideradas hasta aquí tienen
tres caracteres comunes. Todas eran “eurocéntricas” en cuanto se centraban en
problemas e ideas internas de Europa y Norteamérica. Todas consideraban el
imperialismo como un fenómeno positivo: Europa adquiría deliberadamente nuevas
colonias porque las necesitaba o quería.
Finalmente
el problema se planteaba en el contexto estricto del último cuarto del siglo
XIX. Todas las teorías suponían que la expansión tuvo lugar entonces debido al
carácter especial de este periodo, de modo que había poca o ninguna continuidad
en la historia del imperialismo europeo antes y después de la década de 1870.
Cualquier
historiador que empiece a estudiar la historia colonial examinando antes los
datos de las antiguas colonias que los de archivos europeos encontrará natural
considerar la expansión europea más como un resultado de procesos periféricos
que metropolitanos.
La
impresión que se tiene siempre es que la colonización oficial fue una respuesta
a situaciones que se desarrollaron lejos de Europa y mas allá del control
metropolitano efectivo.
El
problema del imperialismo moderno desde el punto de vista de los conflictos
surgidos fuera de Europa y sobre el
supuesto de que la colonización pudo ser una respuesta de las potencias
metropolitanas a estímulos externos más que la expresión de problemas
económicos o de otra clase en Europa.
En
todos los estudios regionales de las situación en África, Asia y el Pacífico
que condujo al dominio oficial europeo durante el siglo XIX o después, el tema
subyacente es que hubo un cambio fundamental en las relaciones entre los
europeos y los demás pueblos. Tales cambios adoptaron dos formas. Primera, se
terminó el aislamiento parcial o total de otros lugares con respecto a Europa.
Segunda, la relación de poder entre los europeos y los otros pueblos cambió
espectacularmente. Estos procesos se dieron simultáneamente y tuvieron las
mismas raíces. Juntos engendraron los problemas periféricos de los que nacieron
con el tiempo los imperios europeos.
A
principios del siglo XIX estos obstáculos(ineficacia de los barcos de vela para
transportar en masa a larga distancia, problemas de salud en climas tropicales,
etc.) a la expansión europea fueron eliminados por el desarrollo económico,
técnico y político que se produjo en Europa.
La
mecanización de la producción había dado al fabricante una inmensa superioridad
en calidad y precio. Hasta que otras sociedades adoptaron la nueva tecnología,
Europa estuvo en una posición singularmente dominante. Podía introducirse en
todos los mercados, acceder a todas las fuentes de materias primas e imponer su
voluntad a todos los gobiernos indígenas. La cuestión vital era la forma política
que tomaría la nueva relación.
La
influencia europea acabó en imperio en la mayoría de las zonas de África, Asia
y el Pacífico, aunque no en todas ellas. Pero ¿por qué fue así y porque no en
otros? Hay dos modos de enfrentarse al problema. Uno es preguntarse si el
imperio “oficioso” resultó insatisfactorio para aquellos europeos que influían
en la periferia. El otro es ver si las cosas se desplomaron en la periferia, de
manera que los gobiernos europeos se vieron arrastrados a enfrentarse con las
crisis incipientes o efectivas cualquiera que fuese la política elegida.
Quienes
se embarcaban en empresas capitalistas ultramarinas podían igualmente dar la
bienvenida al factor imperial sino podían obtener de otro modo condiciones
políticas satisfactorias para las plantaciones, minas etc. Esto es muy distinto
a decir que los comerciantes y los capitalistas financieros necesitaban las
colonias por que eran condiciones sin equa non de sus actividades; pero hace
suponer que los intereses comerciales podían de vez en cuando favorecer el
imperio oficial en oposición al oficioso.
El
imperialismo europeo puede explicarse como una reacción de comerciantes,
banqueros y gobernantes a los cambios en
la periferia que hicieron difícil e incluso imposible mantener el imperio
“oficioso” durante las últimas décadas del siglo XIX.
Subimperialismo
Colonial: uno de los factores más evidentes en la extensión del imperio oficial
fue la tendencia de las posesiones europeas ya existentes a desplegarse por sus
alrededores. El Subimperialismo del colono fue la tendencia de casi todas las
colonias, incluso de las pequeñas bases comerciales europeas en África y Asia,
a extenderse por sus alrededores, sin consideración a las necesidades o deseos
de la potencia imperial.
Relaciones
No Europeas: una debilidad básica de muchas teorías eurocéntricas del
imperialismo es que tratan a los no europeos como marionetas, mientras que la
investigación moderna ha acentuado la grande y decisiva importancia del modo en
que los pueblos indígenas reaccionaron a la intervención europea a ella
vinculados. Aunque no todos los Estados
indígenas que se opusieron a la penetración europea se convirtieran en
dependencias oficiales, la resistencia fue a menudo el preludio de la anexión,
cuando los intereses europeos fueron suficientemente importantes para
justificar tal acción.
Una
reacción alternativa a la presencia europea fue aceptarla y usarla. Muchos
gobernantes no europeos obtuvieron considerables ventajas a corto plazo de la
alianza con los europeos, adquiriendo dinero, armas de fuego o apoyo político
contra sus rivales como pago de una colaboración de muchas clases. Virtualmente
en todos los caso la colaboración indígena terminó en gobierno extranjero antes
de 1914.
El
imperio fue así el resultado imprevisto del desorden crónico causado por la penetración
oficiosa europea. El imperio se convierte en un organismo que se reproduce
activamente, creciendo como un hongo de innumerables esporas, aventadas por el
mundo gracias a la dispersión de la civilización europea en expansión. Este es
un argumento atractivo y contiene sólidos elementos de verdad.
INTERPRETACIONES ECONOMICAS Y OTRAS INTERPRETACIONES
DEL IMPERIALISMO.
Una conclusión
preliminar debe ser que, aunque ninguna de estas explicaciones puede servir por
sí sola como explicación total de tan complejo proceso, cada una contiene
elementos de verdad.
La
paradoja de las teorías del imperialismo basadas en el comercio o la inversión de
capital consistía en que, mientras que podía lógicamente haberse predicho la
apropiación real del territorio ultramarino sobre la base de las tendencias económicas
consolidadas después de 1880, las líneas de la causalidad histórica rara vez
corrieron en una dirección lógica.
Los hombres
de Estado durante largo tiempo no vieron una conexión necesaria entre la protección
arancelaria y el colonialismo, y solo construyeron ingeniosas hipótesis para
relacionar ambos como causa y efecto, tras una década de colonización activa. Con
pocas excepciones, no invirtieron grandes sumas de capital en aquellos
territorios que posteriormente se anexionaron a las potencias europeas; y
permanecieron notoriamente reacios a invertir en las colonias después de la
anexión, a menos que hubiera alguna oportunidad especial de beneficio.
Si los
nuevos imperios se construyeron para salvar al capitalismo del estancamiento
que se esperaba acompañase a su madurez, resultaron por consiguiente
particularmente inútiles. El imperialismo económico nacional del comercio y la inversión
europeos creó las “semicolonias” o “colonias comerciales” descritas por Lenin,
sin embargo el imperio territorial podía ser todavía un producto de la
actividad económica europea a un nivel microeconómico.
Lenin
suponía de igual modo que los capitalistas financieros estaban tan íntimamente
ligados a la burocracia, en particular en Alemania que la política del Estado se
ponía de forma automática al servicio de sus intereses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario