Conferencia
de Yalta
La Conferencia que los "Tres Grandes",
Churchill, Roosevelt y Stalin, celebraron en Yalta (Crimea - antigua URSS) del
4 al 11 de febrero de 1945 es posiblemente uno de los hechos diplomáticos más
célebres del siglo XX. Durante la guerra fría se mantuvo la idea de que en
Yalta se había producido una división del mundo entre las potencias
occidentales y la URSS. La realidad no fue esa.
Los "Tres
Grandes" se reunieron para coordinar sus planes de guerra en un momento en
el que las operaciones contra las potencias del Eje habían entrado en un
momento decisivo. Churchill, Roosevelt y Stalin intentaron llegar a un acuerdo
lo más amplio posible sobre los puntos de fricción que les separaban en lo
referente al futuro de una Europa que se adivinaba prontamente liberada de la
dictadura hitleriana.
La situación en el
momento de la Conferencia favorecía claramente a Stalin. Tras las
impresionantes ofensivas del Ejército Rojo en 1944, las tropas soviéticas se
hallaban a 70 kilómetros de Berlín y ocupaban prácticamente toda la Europa
central y oriental. Al mismo tiempo, el mantenimiento del pacto de neutralidad
con Japón permitía a Moscú mantener una posición de fuerza en todo lo
relacionado con las cuestiones polaca y alemana.
De Gaulle trató de
que Francia fuera incluida en la Conferencia con escaso éxito. Roosevelt se
negó a incluir a un país que había sido liberado por los anglosajones,
aduciendo que su líder, De Gaulle, no había sido elegido por su pueblo.
En esta conferencia
se acordaron cinco resoluciones principales:
Alemania sería
desmilitarizada y dividida en cuatro zonas de ocupación de la URSS, EEUU, Gran
Bretaña y Francia (incluida por demanda de Churchill). Estaría sujeta a fuertes
reparaciones financieras y perdería la Prusia Oriental y parte de Pomerania,
quedando su frontera oriental fijada en la línea marcada por los ríos Oder y
Neisse. Se estableció que un tribunal internacional juzgaría a los principales
criminales de guerra nazis. Lo que posteriormente llevó a los Juicios de
Nüremberg.
Polonia sería
"desplazada" hacia el oeste, anexionándose los territorios que
Alemania perdía en el oriente y cediendo en el oriente los territorios que
habían quedado bajo el dominio soviético tras el pacto de no agresión
germano-soviético en 1939. El denominado Comité de Lublin, formado
esencialmente por comunistas, constituirían el núcleo principal del futuro
gobierno polaco, aunque también tendrán presencia los miembros del gobierno
provisional polaco pro-occidental con sede en Londres.
Con respecto a las
Naciones Unidas, cuya Carta había sido ya redactada en borrador, se acordó
un compromiso sobre la fórmula de voto en el futuro Consejo de Seguridad, poniendo
el énfasis en el papel clave de las grandes potencias vencedoras en la futura
organización de la paz.
Por último, se
aprobó la denominada Declaración sobre la Europa liberada en
la que los "Tres Grandes" se comprometieron a que la reconstrucción de
Europa se hiciera por medios democráticos constituyendo gobiernos democráticos
ampliamente representativos de todos los elementos no fascistas de cada nación.
Esos gobiernos deberían convocar lo antes posible elecciones libres que
permitieran la creación de gobiernos que emanaran de la voluntad popular.
Fue la violación de
estos acuerdos por parte de los soviéticos lo que llevó a la división de Europa
y a lo que se vino a denominar el "telón de acero". Posteriormente,
los republicanos norteamericanos contrarios a Roosevelt y su legado, y el
propio De Gaulle, marginado de la reunión, fomentaron la falsa idea de que en
Yalta se acordó la división de Europa en dos esferas de influencia, occidental
y soviética.
Por último, en lo
referente al Extremo Oriente se acordó un protocolo secreto por el que a cambio
de la entrada de la URSS en guerra contra Japón en el plazo de dos o tres meses
tras la derrota alemana, la Unión Soviética recuperaría todos los territorios
perdidos tras la guerra ruso-japonesa de 1905.
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