miércoles, 10 de octubre de 2012

De la guerra mundial a la sociedad de la abundancia.


7.- De la guerra mundial a la sociedad de la abundancia, 1941-1961.


I. El fin del New Deal y el impacto de la guerra sobre la sociedad americana.

Hasta fecha relativamente reciente los historiadores han ignorado casi por completo el impacto de la segunda guerra mundial sobre la sociedad americana, centrando su atención sobre los aspectos militares del conflicto o sobre las cuestiones de política exterior que planteó.

Cuando el conflicto estalló en Europa en 1939, seguían sin empleo 10 millones de americanos y aunque los organismos del New Deal continuaban funcionando, se había agotado ya el impulso reformista. Por aquel entonces la reforma social estaba muriendo a manos de una sólida coalición conservadora en el congreso. Simultáneamente, la situación europea obligaba tanto al presidente como a los ciudadanos a desviar su atención hacia la política exterior. Los Estados Unidos habían movilizado su industria y sus fuerzas armadas incluso antes de 1941. En septiembre de 1940 fue aprobada la primer ley sobre servicio militar obligatorio en tiempos de paz y las fuerzas armadas empezaron a reformar sus efectivos, habilitándose 100 nuevos campamentos militares.

Aun cuando el gobierno americano era oficialmente neutral, Roosevelt estaba firmemente decidido a ayudar a Gran Bretaña; la Carta del Atlántico, de agosto del mismo año, no fue sino una declaración conjunta de los objetivos de guerra británicos y americanos. Los americanos esperaban entrar en guerra y estaban parcialmente preparados para ello; aunque el modo en que empezó el 7 de diciembre de 1941 les sorprendiera. A partir de aquel momento, lo sucedido fue muy similar a lo que aconteció en Gran Bretaña. El gobierno fue aumentando sus poderes a fin de controlar al máximo el esfuerzo bélico y movilizar a la población para una guerra total.

Al compás del rápido crecimiento de los nuevos organismos gubernamentales y de la concentración en el esfuerzo bélico, la importancia de los organismos del New Deal fue disminuyendo. En gran parte, el New Deal ya no era necesario; el crecimiento de la industria de armamentos y de las fuerzas armadas significaba que ya no se trataba de encontrar puestos de trabajo para los hombres, sino hombres para los puestos de trabajo. Pero si el conflicto logró acabar con el paro, también retrasó, e incluso desvirtuó, importantes reformas sociales.

A pesar de que algunos liberales mantenían que el mejor modo de ganar la guerra consistía en llevar más adelante las reformas, pues así merecería mas la pena defender América, Roosevelt y sus colaboradores dieron prioridad a otros procedimientos más directos. El congreso, por su parte, no cedió a los intentos de reforma de la seguridad social y del seguro de desempleo, llegando incluso a congelar el volumen de la contribución de la seguridad social, aplazando así un aumento que ya estaba previsto.

Para el obrero industrial, el beneficio más evidente de la guerra fue la creación de puestos de trabajo. En 1943 el paro se había reducido a la cifra de 800’000 personas y quienes disfrutaban de un empleo trabajaban y ganaban más que nunca. Si hubieron de transcurrir cuatro años hasta alcanzar el pleno empleo, parece razonable pensar que sin el estímulo de la guerra este plazo habría sido aun mas largo; la guerra triunfó allí donde el New Deal parecía haber fracasado.

A pesar de que un sector considerable de la población seguía percibiendo unos ingresos muy bajos, hacía mucho tiempo que los americanos en su  conjunto no disfrutaban de un nivel de vida semejante. El subsiguiente crecimiento de su poder adquisitivo se produjo en un momento en que se disponía de menos artículos de consumo,  y esta situación provocó fuertes tensiones inflacionistas.

Aunque parezca paradójico, la escasez y el racionamiento  contribuyeron también a la transformación de los Estados Unidos en una sociedad mas igualitaria.

Los sindicatos tuvieron que hacer concesiones; durante el período de emergencia fueron ignoradas las disposiciones relativas a la limitación de la jornada de trabajo. En febrero de 1943, Roosevelt decretó un mínimo de 48 horas semanales para los obreros de las fábricas de municiones, si la jornada semanal media se prolongó hasta 45 horas en ciertas industrias llegó a ser de cincuenta o sesenta.

Alentados por las necesidades de la industria militar, los movimientos migratorios de l campo a la ciudad y del sur al norte y al oeste experimentaron una fuerte aceleración durante la década de 1940. Pese  a que estas migraciones  discurrían por unos cauces establecidos desde hacía ya  unos 20 años eran muy escasas las zonas  urbanas en condiciones de absorber las tasas de crecimiento sin precedentes de la guerra. El problema mas acuciante fue el de alojamiento de los recién llegados; el número de propietarios de inmuebles aumentó de hecho durante la guerra de 15 millones en 1940 a 20 millones en 1945,pero no todo el mundo estaba en condiciones de adquirir una vivienda incluso aunque dispusiera del dinero necesario para ello.

No cabe duda que la guerra tuvo consecuencias buenas y malas sobre la estructura social de los Estados Unidos. Por una parte, llevó consigo un pleno empleo relativo, una redistribución de las rentas, una mayor prosperidad y una urbanización acelerada; pero, por otra, contribuyó a la súper población de muchas zonas industriales, a la escasez de viviendas, a una insuficiente escolarización, al auge de la delincuencia juvenil y a la perturbación de la vida familiar.

II. Mujeres y otros grupos no privilegiados.

Si la guerra afectó de una u otra forma a la totalidad de los americanos, para los grupos minoritarios fue un período  de particular trascendencia.

Tres millones de mujeres, que en circunstancias normales habrían permanecido en sus hogares, los abandonaron para ir a trabajar; el número de mujeres empleadas pasó de 12 millones a más de 16 millones, que paulatinamente fueron desempeñando tareas tradicionalmente reservadas a los hombres.

Los efectos de la guerra se dejaron sentir también sobre grupos étnicos y raciales minoritarios  de América, que participaron así de algunos de sus beneficios. A diferencia de lo que ocurría en la primera guerra mundial, durante la segunda no se produjeron ataques histéricos contra los americanos de origen alemán o italiano; tan solo 3000 alemanes y 85 italianos fueron considerados suficientemente peligrosos como para justificar su detención.

La gran excepción, sin embargo,  fueron los extranjeros de origen japonés, concentrados en su mayoría en la costa occidental. El temor al espionaje y a los actos de sabotaje, unido a un evidente racismo y al resentimiento económico, llevó al pueblo y a las autoridades de California a solicitar el traslado de los japoneses. En febrero de 1942, el Presidente Roosevelt accedió finalmente a estas demandas promulgando una orden por la que se autorizaba al ejército a señalar determinadas zonas militares de las que podían ser excluidas algunas o todas las personas. Más de 110’000 japoneses, muchos de ellos nacidos en América fueron reunidos y llevados a campamentos en las regiones desérticas de Arkansas, Utah, Arizona y otros estados.

Los americanos de origen mexicano eran discriminados desde hacia largo tiempo tanto en la costa occidental como en el sudoeste; al igual que los negros americanos eran segregados, insultados y forzados a realizar los peores trabajos, pero a diferencia de los japoneses habían sido incapaces de crear las bases de una estructura económica urbana. Las necesidades de mano de obra para las fuerzas armadas provocó que ellos pudieran disfrutar por primera vez de un empleo en la industria, de tal forma que si en 1941 no había un solo obrero mexicano en los astilleros de Los Ángeles, en 1944 era superior a 17’000; esto gracias al acuerdo hecho entre el gobierno de México  y los Estados Unidos, que permitía la importación de trabajadores con destino a la industria de guerra, pudo el gobierno americano adoptar determinadas disposiciones en cuanto a la reglamentación de sus salarios y condiciones de empleo lo que les permitió alcanzar el nivel de vida americano mínimo.

Para los 13 millones de negros americanos la experiencia fue muy similar: avances en algunos terrenos entremezclados de violentas explosiones de tensión racial. La depresión había afectado a los afroamericanos debido a su condición  de ciudadanos de segunda clase, lo que implicaban que eran los últimos contratados y los primeros despedidos. El porcentaje de negros en paro era aproximadamente el doble de los blancos.

No cabe duda que durante los años de guerra, los negros hicieron importantes avances sociales, económicos y políticos, a pesar de los evidentes indicios de creciente tensión social, hasta el punto de que a menudo la violencia no era sino resultado de los progresos efectuados.

III. Los problemas de la posguerra: Reconversión, Conservadurismo y Fair Deal.

La totalidad de los americanos, pero en particular los grupos minoritarios, esperaban al  fin de la guerra con cierta ansiedad, muchos de ellos temían la vuelta al desempleo masivo ante la perspectiva de una súbita y masiva desmovilización unida a un drástico descenso de la producción.

Son varias las razones que explican esta transición comparativamente indolora de la guerra a la paz. Una de ellas fue la rápida reconversión de la producción de material de guerra a la de artículos de consumo, alentada por las reducciones de impuestos y la supresión de controles y el mantenimiento de un elevado nivel de gastos gubernamentales.

El verdadero problema de la posguerra fue la inflación, no la depresión. Bajo la presión del Congreso, en 1946 el Presidente Truman suprimió a regañadientes la totalidad de los controles de precios, a excepción de los que recaían sobre los alquileres, el azúcar y el arroz.

Aun  cuando la segunda guerra mundial no fue seguida de un estallido de histeria y de xenofobia de la intensidad del de 1918-19, había signos evidentes de creciente intolerancia y conservadurismo.

Truman alcanzó inesperadamente una considerable victoria sobre su contrincante republicano en las elecciones de 1948, y lo hizo con la ayuda, entre otras, de la mayoría de los votantes negros. El Presidente interpretó su victoria como un mandato popular a favor del liberalismo y como un rechazo del conservadurismo del Congreso. Truman presentó al Congreso un programa legislativo destinado a llevar adelante el New Deal y a dar a todos y a cada uno de los americanos un Fair Deal, un trato justo. Las medidas del Fair Deal comprendían una legislación sanitaria a escala nacional, una ley de derechos civiles, disposiciones relativas a la construcción estatal de viviendas, subsidios agrícolas y controles de precios y de salarios.

La coalición que se había formado en el Congreso entre los republicanos y los demócratas conservadores reaccionó alarmada contra las propuestas del presidente, al que acusaron de pretender aumentar la autoridad a costa de los estados y recurrir a métodos totalitarios. El Congreso bloqueó el proyectado plan de subsidios agrícolas y también el de seguro de enfermedad. A pesar de todo, Truman consiguió elevar el salario mínimo de 40 a 75 centavos por hora. En 1949 el Congreso promulgó también una ley de la vivienda que preveía la construcción de 800’000 viviendas financiadas por el estado. No fue sólo en 1949 el año de las dificultades legislativas de Truman, sino también aquel en que se produjo la primera recesión grave desde el final de la guerra; una reducción de los impuestos, con el consiguiente aumento de los gastos de consumo, atajó este descenso pero factor de mayor influencia en la recuperación fue el incremento del gasto estatal resultante del comienzo de la guerra en 1950.

IV.- La guerra fría, la guerra de Corea y el McCarthysmo.

Una de las consecuencias más importantes de la segunda guerra mundial fue la conversión de los Estados Unidos de una gran potencia en la gran potencia. En tanto que los restantes participantes habían quedado devastados por el conflicto, los Estados Unidos sufrieron perdidas insignificantes. El pueblo americano era más rico y estaba mejor alimentado que cualquiera de los pueblos europeos, al mismo tiempo, América era la más poderosa potencia militar del mundo.

Solamente los Estados Unidos podían llenar el vacío de poder producir en el panorama político por la división y el debilitamiento de Europa y la extensión de las fronteras de la URSS; pero los americanos carecían de una clara visión de lo que significaba su nuevo papel, por lo que transformaron el anticomunismo dentro y fuera de sus fronteras en una ideología, surgiendo así la guerra fría.

El gobierno americano abandonó deliberadamente la política de colaboración con la URSS, rechazó la noción de esferas de influencia en Europa Oriental y trató de imponer el concepto de democracia americano con el fin de aumentar su propio poder político y económico. Rusia, debilitada por la devastación de la guerra y más preocupada por su seguridad que por la expansión, temía que América se empeñara en una política de dominación ideológica y militar; los americanos, y la mayoría de sus aliados europeos, pensaban que la URSS pretendía la ruina del capitalismo y la imposición del comunismo en todo el continente. El temor sirvió de base a la guerra fría y su prolongación.

En 1950 con ocasión de la invasión de Corea del Sur desde el Norte, Truman envió tropas americanas al mando del general Mac Arthur para auxiliar a los surcoreanos; a ellas se unirían más tarde fuerzas de las naciones unidas en una guerra que había de prolongarse por espacio de 3 años.

El paso de la guerra fría a la caliente de Corea contribuyó a crear una atmosfera en la que las acusaciones indiscriminadas de McCarthy no sólo tuvieron audiencia sino incluso respaldo popular.

El fin de la guerra de Corea, en julio de 1953, restó mucho impulso a McCarthy. Sus ataques contra el supuesto espionaje en las fuerzas armadas, en diciembre de 1953 y enero de 1954 fueron televisados, lo que precipitó su caída; en diciembre de 1954, el Senado le censuró por su conducta acabando así con su carrera. Murió en 1957.

V.- Eisenhower y el conservadurismo de la década de 1950.

La estrecha cooperación entre el gobierno y las empresas, que se había desarrollado durante la segunda guerra mundial se intensificó durante la administración Eisenhower. La mayoría de los miembros del gabinete eran hombres de negocios. Habida cuenta de las estrechas relaciones entre los industriales y el gobierno, a nadie sorprendió que la administración favoreciera a los empresarios. Los impuestos que gravaban a las grandes compañías fueron reducidos en 1954.

VI.- Los orígenes del nuevo movimiento a favor de los derechos civiles en la década de 1950.

La elección de Eisenhower en 1952 y el final de la guerra de Corea un año mas tarde marcaron el fin de una era en materia de derechos civiles y el comienzo de otra. En la línea de sus anteriores sentencias, el Tribunal Supremo proclamó en 1954 que la segregación en las escuelas públicas era anticonstitucional; un año después ordenaba que la integración en las escuelas había de efectuarse con la mayor rapidez posible.

La explosión de protesta de los negros significó un cambio radical en la imagen que los afroamericanos tenían de si mismos y del lugar que ocupaban en América. En vez de esperar pasivamente la reforma, ahora la exigían. Su actitud hizo de las relaciones raciales una cuestión que ningún partido podía desconocer.

VII.- La sociedad americana a mediados del siglo XX.

Para América, los años 50 fueron años de paz y de relativa tranquilidad. Las transformaciones provocadas o aceleradas por la segunda guerra mundial se afirmaron a partir de 1945, al tiempo que algunos factores exteriores contribuían a los progresos económicos y sociales de los Estados Unidos.

Uno de los cambios más espectaculares se produjo en la población. En 1940 contaron con 123 millones de habitantes y en 1960 con 179 millones. La razón de esta sorprendente expansión era simplemente el crecimiento del índice de natalidad y la disminución del índice de mortalidad.

Eran cada vez más numerosos los que abandonaban el campo por la ciudad. En 1960, un 70% de la población vivía en las grandes ciudades. Muchas grandes ciudades comenzaron a extenderse, fundiéndose unas con otras; en 1960 se habían configurado 3 áreas urbanas bien definidas: Chicago-Detroit, Boston-Washington-Nueva York y San Francisco-Los Ángeles.

Los cambios producidos en la post-guerra trajeron también consigo numerosos inconvenientes. La automación desplazó de la industria a muchos obreros que, carentes de cualificación, tuvieron dificultades para encontrar nuevo empleo, más de un millón de trabajadores perdieron su puesto de trabajo.
La segunda guerra mundial acabó con la depresión, creando las bases de la prosperidad de los tiempos de paz. Muchos de los acontecimientos causados por la guerra se prolongaron una vez terminado el conflicto. El mandato de Eisenhower fue una etapa en la que se consolidaron los avances del pasado y se redujeron las tensiones.  Si los años 50 fueron años de prosperidad, también lo fueron de aplazamiento.

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