OTAN y el Pacto de Varsovia
LA
OTAN Y EL PACTO DE VARSOVIA: Durante la llamada “guerra fría” se dio un
enfrentamiento entre los dos grandes bloques que dominaban el mundo. La
articulación de la política del bloque Occidental, estuvo determinada por la
“Organización del Tratado del Atlántico Norte (North Atlantic Treaty
Organization) liderada por los Estados Unidos.
La OTAN se formó el 4 de
abril de 1949, en Washington y estaba integrada inicialmente por Estados
Unidos, Canadá, Bélgica, Francia, Dinamarca, Portugal, Islandia, Luxemburgo,
Italia, Países Bajos y Noruega. Más tarde, en 1952, se sumaron Grecia y Turquía
y en 1954, Alemania Federal.
El
objetivo que se proclamaba, era la defensa de las “libertades democráticas” a
través de una estrecha colaboración desde la política y la economía entre todos
los países miembros del tratado. Al principio, la propuesta era que su duración
no se extendería más de veinte años pero su protagonismo indudablemente dura
hasta nuestros días.
Por
su parte, el Pacto de Varsovia (imagen), aglutinaba a aquellos países que se
integraban al bloque soviético. El mismo, se firmó el 14 de mayo de 1955 en la
capital de Polonia e integró a ésta con la Unión Soviética, Albania, Bulgaria,
Hungría, Rumania y Checoslovaquia, mientras que en 1956 se incorporó Alemania
Oriental.
Los
objetivos del pacto, eran colaborar entre sí en la ayuda militar en caso de
agresiones armadas contra algunos de sus integrantes. Era en realidad, una
respuesta a la formación de la OTAN, pero también tenía como misión la consulta
entre los países miembros sobre los problemas de seguridad y de política
internacional en general.
La
OTAN y el Pacto de Varsovia, resultaron dos grandes alianzas ante la
posibilidad de un enfrentamiento bélico en Europa. Además, era casi la única
salida que tenían algunos países para llevar adelante una carrera armamentista,
junto con los planes nucleares y espaciales, sin condicionar sus respectivas
economías.
Ahora
bien, en el aspecto económico, significó la posibilidad de algunos países de
permanecer en el ámbito de poder de las superpotencias, pero al mismo tiempo
implicó una importante pérdida de sus soberanías en el plano político y
militar. Las decisiones de los países miembros estaban muy condicionados por
las directivas de sus respectivas alianzas.
Estados
Unidos ejercía el poder hegemónico dentro de la OTAN, su presidente, era quien
nombraba directamente al Comandante Aliado Supremo en Europa, que era la máxima
autoridad militar de la alianza. Ese cargo, siempre fue ocupado por un general
norteamericano, con lo cual los ejércitos de cada país eran controlados por la
potencia más importante. Lo mismo pasaba en el Pacto de Varsovia, la Unión
Soviética era el país líder del cual se desprendían todas las decisiones.
A su
vez, la necesidad de ambas alianzas de mostrarse unidas ideológicamente frente
al enemigo, llevaba a que los condicionamientos, no sólo en asuntos políticos y
militares sino también en la economía.
Estas
limitaciones de las soberanías de los estados miembros generaron diversos
problemas. Francia, en 1958, se negó a poner a disposición de la OTAN su flota,
e Inglaterra discutió con Estados Unidos, en 1963, por la formación de una
fuerza conjunta con misiles atómicos, cuyo riesgo afectaba a los países
europeos.
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